TEORÍAS DIVERGENTES RESPECTO A LA EXPIACIÓN

INTRODUCCIÓN

Puesto que la expiación es algo claramente objetivo, algo que tiene una dirección hacia Dios, sólo aquellas teorías que presentan la obra de Cristo en su intento fundamental de resguardar al hombre de la ira de Dios y del castigo divino que merecen los pecadores, más bien que aquellas teorías que hablan de cambiar la actitud del pecador hacia Dios de una hostil a una de amistad, son las que hablando estrictamente traeremos aquí a consideración.
Las teorías que son por entero subjetivas y que conciben la obra de Cristo tan solo como la de llevar sobre sí la condición moral del pecador, pueden en estricta lógica, colocarse por completo a un lado. Se puede concebir que se las considere como teorías de reconciliación pero difícilmente pueden considerarse como teorías de expiación. Miley arguye que no puede haber en realidad más que dos teorías acerca de la expiación. Indica que la expiación como una base objetiva para el perdón de los pecados, debe responder a una necesidad que, en efecto, determinará su naturaleza.
Esta necesidad debe descansar, sea en el requerimiento de una justicia absoluta que debe castigar al pecado, o en el oficio rectoral de la justicia, como una obligación de conservar los intereses de un gobierno moral. En el primer caso uno llega a la teoría de la satisfacción; en el segundo a la teoría gubernamental que el mismo Miley prefiere y que encuentra grande aceptación entre los metodistas, en general.
Alfredo Cave atribuye un carácter objetivo también a la teoría de los primitivos arminianos en la cual la muerte de Cristo se considera como un substituto por el castigo impuesto a los pecadores; y a la teoría de McLeod Campbell, que encuentra la importancia verdadera de la obra de Cristo en su arrepentimiento vicario. Y, sin duda es cierto que estas dos teorías contienen un elemento objetivo.
Pero en adición a éstas hay varias teorías puramente subjetivas. Aunque estas no son, hablando estrictamente, teorías de la expiación, no obstante, demandan consideración, puesto que se las toma como tales en muchos círculos. Las siguientes son las teorías más importantes:

TEORÍAS DE LA IGLESIA PRIMITIVA

Hubo dos teorías en la Iglesia primitiva que merecen una breve mención.
LA TEORÍA DEL RESCATE PAGADO A SATANÁS
Esto se basa en la singular noción de que la muerte de Cristo constituyo un rescate pagado a
Satanás para cancelar las justas pretensiones que éste tenía sobre el hombre. Orígenes, uno de los principales abogados de esta teoría sostuvo que Satanás quedó decepcionado con el negocio, puesto que el resultado demostró que él no podría permanecer en la presencia santa de Cristo, ni podría tampoco retener su dominio sobre El. Esta teoría encontró aceptación entre varios de los Padres de la Iglesia primitiva, aunque no la presentan siempre con exactitud en la misma forma.
Lo que sí demostró fue mucha tenacidad, puesto que el eco de ella se escuchaba todavía en los días de Anselmo. Pero se encontró que era tan incongruente que por grados desapareció por carecer de una base inteligente. Mackintosh habla de ella como la teoría exotérica de la Iglesia primitiva.
LA TEORÍA DE LA RECAPITULACIÓN
Ireneo que también expresó la idea de que la muerte de Cristo satisfizo la justicia de Dios y liberó de esta manera al hombre, dio, no obstante, una gran importancia a la teoría de la recapitulación, es decir, a la idea que según Orr la expresa es, "que Cristo recapituló en sí mismo todas las etapas de la vida humana, incluyendo aquellas que corresponden a nuestro estado como pecadores".
Mediante su encarnación y vida humana dio sentido contrario a la carrera en la que Adán puso a la humanidad por causa de su pecado y de esta manera se convierte en una nueva levadura en la vida de la humanidad, Comunica la inmortalidad a aquellos que se unen con El mediante la fe, y efectúa una transformación ética en las vidas de ellos compensando mediante su obediencia la desobediencia de Adán. Esto, según Mackintosh, era la teoría esotérica de la Iglesia primitiva.
LA TEORÍA DE ANSELMO ACERCA DE LA SATISFACCIÓN (LA TEORÍA COMERCIAL).
La teoría de Anselmo algunas veces se identifica con la de los Reformadores, conocida también como teoría de la satisfacción, pero no son idénticas las dos. Algunos procuran sembrar prejuicios en otros en contra de ella llamándola "la teoría comercial". Anselmo insistió en la necesidad absoluta de la expiación fundándola en la íntima naturaleza de Dios.
Según Anselmo, el pecado consiste en la oposición de la criatura a darle a Dios el honor que a Él sólo es debido. A causa del pecado del hombre, Dios queda despojado de su honor, y era necesario que esto fuera castigado. Esto podía ser hecho en una de dos maneras: mediante castigo o mediante satisfacción.
La misericordia de Dios lo impulsó a procurarlo por el método de la satisfacción, y más particularmente por medio del don de su Hijo, que era el único camino, puesto que se requería una satisfacción infinita. Cristo prestó obediencia a la ley, pero puesto que esto no era otra cosa más que su deber como hombre, eso no constituyó ningún mérito de su parte. No obstante, en adición a esto también sufrió y murió en el cumplimiento de su deber; y puesto que El, considerado como un ser sin mácula, no tenía ninguna obligación de sufrir y de morir, trajo de esta manera gloria infinita para Dios.
Esta fue una obra de supererogación de parte de Cristo, que mereció y también produjo una recompensa; pero puesto que Cristo como Hijo de Dios nada necesitaba para sí mismo, la recompensa pasó a los pecadores en la forma del perdón de los pecados y de las futuras bienaventuranzas para todos aquellos que viven según los mandamientos del evangelio. Anselmo fue el primero que estructuró una doctrina completa sobre la expiación, y en muchos respectos su teoría apuntó en la dirección correcta. No obstante, está expuesta a la crítica en diferentes puntos.
1. No es consistente en su aplicación de la necesidad de la expiación. Ostensiblemente no funda esta necesidad en la justicia de Dios que no puede tolerar al pecado, sino en el honor de Dios que pide enmienda o reparación. Anselmo, fundamentalmente, comienza con el principio de "ley privada" o costumbre, según la cual la parte injuriada puede demandar cualquiera satisfacción que considera adecuada; y todavía arguye en favor de la necesidad de la expiación en un modo que concuerda con el concepto de la ley pública.
2. Esta teoría no tiene lugar para la idea de que Cristo, mediante el sufrimiento, soportó el castigo del pecado, y que sus padecimientos fueron vicarios en forma estricta. La muerte de Cristo es nada más tributo voluntariamente ofrecido al honor del Padre. Constituye un mérito supererogatorio que compensa los deméritos de otros; y esto es realmente la doctrina católico romana de la penitencia aplicada a la obra de Cristo.
3. El bosquejo es también unilateral y por lo mismo insuficiente, puesto que basa la redención sólo en la muerte de Cristo, concebida como una contribución material al honor de Dios y excluye la obediencia activa de Cristo como un factor que contribuye a su obra expiatoria. Todo el énfasis se pone en la muerte de Cristo y no se hace justicia a la importancia redentora de su vida.
4. En la presentación que hace Anselmo hay tan sólo una transferencia externa de los méritos de Cristo al hombre. No hay indicación de la manera en que la obra de Cristo en favor del hombre se comunica a éste. Tampoco hay indicación de la unión mística de Cristo y los creyentes, ni de la fe que acepta la justicia de Cristo. Puesto que toda la transacción se presenta como si fuera muy comercial con frecuencia se le designa como teoría comercial.
LA TEORÍA DE LA INFLUENCIA MORAL.
Esta teoría fue defendida primero por Abelardo en oposición a Anselmo, y desde aquella época encontró ardientes defensores. La idea siempre es la misma aunque ha tomado diferentes formas en las manos de hombres como Young, Maurice, Bushnell, Stevens, David Smith y muchos otros. La idea fundamental es la de que no hay un principio en la naturaleza divina que necesariamente demande satisfacción por parte del pecador; y que la muerte de Cristo no debiera considerarse como una expiación por el pecado.
Fue sólo una manifestación del amor de Dios, sufriendo en y con sus criaturas pecadoras, y tomando sobre sí sus enfermedades y dolores. Este sufrimiento no sirvió para satisfacer la justicia divina sino para revelar el amor divino como también para suavizar los corazones humanos y conducirlos al arrepentimiento. Ella les da seguridad a los pecadores de que no hay obstáculo de parte de Dios que le impida perdonar sus pecados.
No sólo puede hacer esto sin recibir satisfacción, sino que aun está ansioso de hacerlo. El único requerimiento es que los pecadores vengan a Él con corazones penitentes. Las objeciones siguientes pueden dirigirse en contra de esta teoría.
1. Esta teoría es contraria a la enseñanza clara de la Escritura, la que presenta la obra expiatoria de Cristo como necesaria, no fundamentalmente porque revele el amor de Dios, sino porque satisface su justicia; considera los sufrimientos y la muerte de Cristo como propiciatorios y penales; y enseña que el pecador no es susceptible a la influencia moral de la obra sacrificadora de Cristo sino hasta que la justicia de Cristo se ha convertido por la fe en justicia del pecador.
2. Aunque sin duda es cierto que la cruz de Cristo fue la manifestación suprema del amor de Dios, puede considerarse como tal sólo desde el punto de vista de la doctrina penal sustitucionaria de la expiación, según la cual los sufrimientos y muerte de Cristo fueron por completo necesarios para la salvación de los pecadores.
Pero según la teoría de la influencia moral sirvieron únicamente al propósito de hacer una impresión sobre el hombre, impresión que Dios podía haber hecho de muchas otras maneras, y que, por tanto, para ello, los sufrimientos de Cristo no eran precisamente necesarios. Y si no eran necesarios, resultaron en verdad una manifestación cruel del amor de Dios, una contradicción de términos. Los sufrimientos y muerte de Cristo habrían sido una manifestación del amor de Dios, únicamente si en efecto, no había otro modo de salvar a los pecadores.
3. Esta teoría despoja a la expiación de su carácter objetivo, y por tanto, deja de ser una teoría verdadera de la expiación. A lo más llega a ser una teoría unilateral de la reconciliación. De hecho, no es ni siquiera eso, porque la reconciliación subjetiva es posible únicamente sobre la base de una reconciliación objetiva. En realidad confunde el método de Dios de salvar al hombre, con la experiencia humana de ser salvo, haciendo que la expiación misma consista en sus efectos en la vida de la obediencia, en unión con Cristo.
4. Por último, esta teoría falla en su propio principio. Resulta sin duda cierto que el sufrimiento necesario, es decir, el sufrimiento para algún propósito salvador que no puede realizarse de ninguna otra manera, es adecuado para producir una profunda impresión. Pero el efecto de un sufrimiento voluntario, que sea, por completo, innecesario e infundado, es del todo diferente. De hecho, está desaprobado por la conciencia cristiana.
LA TEORÍA DEL EJEMPLO
Esta teoría fue defendida por los socinianos del Siglo XVI, en oposición a la doctrina de los Reformadores, de que Cristo expió vicariamente el pecado de la humanidad. Su principio fundamental es, que no hay justicia retributiva en Dios que requiera en forma absoluta e inexorable que el pecado sea castigado. Su justicia no le impide perdonar a quien El quiere sin demandar satisfacción alguna. La muerte de Cristo no expió el pecado ni tampoco movió a Dios a perdonarlo.
Cristo salva a los hombres revelándoles el camino de la fe y de la obediencia como camino de vida eterna dándoles un ejemplo de verdadera obediencia tanto en su vida como en su muerte, e inspirándolos a seguir una vida semejante. Este concepto, en realidad, no establece conexión directa entre la muerte de Cristo y la salvación de los pecadores.
No obstante, sostiene que la muerte de Cristo puede expiar los pecados del hombre en atención al hecho de que Cristo como recompensa de su obediencia hasta la muerte, recibió poder para conceder vida eterna a los creyentes. Esta teoría es objetable por varias razones.
1. Realmente es el resurgimiento y la confección de varias herejías antiguas: Del pelagianismo, con su negación de la depravación humana y su afirmación de la capacidad natural del hombre para salvarse ; de la doctrina adopcionista con su creencia de que el hombre Cristo fue adoptado como el Hijo mesiánico de Dios a causa de su obediencia; de la doctrina escocesa de una voluntad arbitraria de Dios; y del énfasis de algunos de los Padres de la Iglesia primitiva sobre la eficacia salvadora del ejemplo de Cristo. En consecuencia está expuesta a todas las objeciones con que se combaten aquellas teorías.
2. Es por completo anti bíblica en su concepto de Cristo como un mero hombre de cualidades excepcionales; en su concepto del pecado cuyo carácter como culpa acentuado de modo tan fuerte por la Palabra de Dios queda del todo ignorado; en su énfasis unilateral sobre la importancia redentora de la vida de Cristo y en la presentación de su muerte como la de un mártir, en tanto que falla al dejar de tomar en cuenta la angustia de Cristo en la cruz, tan diferente de la de un mártir.
3. Falla en explicar la salvación de aquellos que vivieron antes de la encarnación, y de los infantes. Si la vida y sufrimientos de Cristo sirven solamente a los hombres, mediante el ejemplo y el carácter de Él, surge como es natural la pregunta, ¿cómo fue que los que vivieron antes de la venida de Cristo, y los que murieron en la infancia pueden derivar algún beneficio de aquella vida y de aquellos sufrimientos?
No obstante, hay evidencia bíblica, clara, del hecho de que la obra de Cristo también fue retrospectiva en su eficacia, y de que los infantes también participan de los beneficios de su muerte expiatoria.
4. Además, aunque es perfectamente cierto que Cristo también se presenta en la Biblia como un ejemplo, en ninguna parte se le presenta como un ejemplo según el cual los pecadores incrédulos deban dirigirse, y que con ello puedan salvarse; y no obstante, es esta la deducción necesaria de la teoría que estamos considerando. El ejemplo de Cristo sólo pueden seguirlo los que son de su pueblo, y aun éstos apenas pueden aproximarse a Él un poquito. Es nuestro Redentor antes de ser nuestro ejemplo.
LA TEORÍA GUBERNAMENTAL
La teoría gubernamental tuvo la intención de ser un medio entre la doctrina de la expiación como la enseriaban los reformadores, y la teoría sociniana. Niega que la justicia de Dios demande necesariamente que se cumplan todos los requisitos de la ley. La ley es tan sólo el producto de la voluntad de Dios, y El la puede alterar y hasta abrogar, según quiera.
Aunque en estricta justicia el pecador merece muerte eterna, esa sentencia no se ejecuta rigurosamente porque los creyentes son declarados libres. Para ellos el castigo se hace a un lado, y eso sin una satisfacción estricta. Cristo rindió en verdad una verdadera satisfacción; pero ésta fue nada más la equivalente nominal del castigo merecido por el hombre; algo que Dios quiso aceptar como tal. Si se pregunta:
¿Por qué Dios no remitió el castigo directamente, como pudiera haberlo hecho? La respuesta es que, tenía que revelar de alguna manera la naturaleza inviolable de la ley y su santo disgusto en contra del pecado, para que, el Regente moral del universo sea capaz de mantener su gobierno moral. Esta teoría, defendida primero por Grocio, fue adoptada por Wardlaw y varios teólogos de Nueva Inglaterra, y también se le defiende en recientes obras como las de Dale, A. Cave, Miley, Creighton y otros. Está expuesta a las siguientes objeciones:
1. Claramente descansa sobre ciertos principios falsos. Según ella la ley no es expresión de la naturaleza esencial de Dios, sino sólo de su voluntad arbitraria, y por tanto, está sujeta a cambio; y el propósito del llamado castigo no es satisfacer la justicia, sino nada más desanimar a los hombres de que en el futuro comentan ofensas en contra de la ley.
2. Aunque puede decirse que esto contiene un elemento verdadero, es decir, que el castigo infligido a Cristo también sirve para asegurar los intereses del gobierno divino, comete el error de sustituir el propósito principal de la expiación por uno que, a la luz de la Escritura, puede considerarse, nada más, como propósito subordinado.
3. Da una representación indigna de Dios. Originalmente amenaza al hombre para desanimarlo de la transgresión, y no ejecuta la sentencia anunciada, sino que la substituye por otra, en el castigo infligido a Cristo. Y de nuevo amenaza a los que no aceptan a Cristo. ¿Será posible tener alguna seguridad de que verdaderamente lleve a cabo su amenaza?
4. También es contraria a la Escritura que representa con toda verdad a la expiación de Cristo como la revelación necesaria de la justicia de Dios, como una ejecución del castigo de la ley, como un sacrificio por medio del cual Dios está reconciliado con el pecador, y como la causa meritoria de la salvación de los pecadores.
5. Como las teorías de la influencia moral y del ejemplo, falta también en explicar cómo se salvaron los santos del Antiguo Testamento. Si el castigo infligido a Cristo fue meramente con el propósito de desanimar a los hombres de seguir el pecado, no tuvo significado retroactivo. ¿Cómo pues se salvaron los que estuvieron bajo la antigua dispensación, y cómo se mantuvo el gobierno moral de Dios en aquellos tiempos?
6. Finalmente, también falla esta teoría en su propio principio. Una verdadera ejecución del castigo debe hacer una impresión profunda sobre el pecador, y puede actuar como un verdadero disuadente con la voluntad humana, lo que no es; pero tal impresión difícilmente se lograría mediante una mera pretendida exhibición de justicia, designada para demostrar el alto respeto que Dios tiene por la ley.
LA TEORÍA MÍSTICA
La teoría mística y la teoría de la influencia moral tienen en común que conciben la expiación exclusivamente como una influencia que se ejercita sobre el hombre para producir un cambio en El. Al mismo tiempo la primera difiere de la segunda en que concibe el cambio operado en el hombre, no en el fondo como un cambio ético de la vida consciente del hombre, sino como un cambio profundo en la vida subconsciente que se produce casi de una manera mística. El principio básico de esta teoría es que, en la encarnación, la vida divina entró a la vida de la humanidad para levantarla al plano de la divina.
Cristo poseyó naturaleza humana con su corrupción innata y predisposición al mal moral; pero por medio de la influencia del Espíritu Santo fue librado de manifestar esta corrupción en pecado efectivo; fue gradualmente purificada su naturaleza humana, y en su muerte fue extirpada por completo esta depravación original y reunió aquella naturaleza con la de Dios. Entró en la vida de la humanidad como una levadura modificante, y la transformación resultante constituyó la redención. Esto es, en efecto, aunque con diferencia de detalle, la teoría de Schleiermacher, Edward Irving, Menken y Stier. Hasta Kohlbruegge parece inclinado a aceptarla en cierta medida. No obstante, está cargada con las siguientes dificultades:
1. No toma en cuenta la culpa del hombre. Según la Escritura la culpa del hombre debe ser removida para que sea purificado de corrupción; pero la teoría mística, descuidando la culpa del pecado se preocupa sólo de la expulsión de la corrupción del pecado. Nada sabe de la justificación, y concibe la salvación haciéndola consistir en una santificación subjetiva.
2. Descansa sobre falsos principios cuando encuentra en el orden natural del universo una expresión exhaustiva de la voluntad y naturaleza de Dios, cuando considera al pecado exclusivamente como una potencia de mal moral en el mundo, lo que no envuelve culpa alguna, ni merece castigo alguno, y contempla el castigo como una mera reacción de la ley del universo en contra del transgresor, y para nada como una revelación de la ira personal de Dios en contra del pecado.
3. Contradice a la Escritura cuando hace a Cristo participante de la corrupción del pecado y de la depravación hereditaria, y cuando deduce la necesidad de su muerte, de la impecabilidad de su propia naturaleza (aunque no todos lo hacen). Haciendo esto, vuelve imposible que se le considere como un Salvador sin mácula, que debido, precisamente, a su pureza, pudo tomar el lugar de los pecadores y pagar el castigo por ellos.
4. No tiene respuesta para la pregunta: ¿Cómo pudieron los que vivieron antes de la encarnación participar de la redención de Jesucristo? Si Cristo, en alguna forma realista, expulsó la corrupción del pecado durante el tiempo de su peregrinación sobre la tierra, y ahora continúa desalojándola, y, si la salvación del hombre depende de este proceso subjetivo, ¿cómo, pues, pudieron los santos del Antiguo Testamento participar en esta salvación?
LA TEORÍA DEL ARREPENTIMIENTO VICARIO
Esta teoría de McLeod Cambell, también recibe el nombre de teoría de la simpatía y de la santificación. Se funda sobre la suposición gratuita de que un arrepentimiento perfecto habría servido como expiación suficiente por el pecado, si el hombre hubiera sido capaz de un arrepentimiento adecuado, lo que no fue. Ahora bien, Cristo ofreció a Dios, en lugar de la humanidad, el arrepentimiento requerido, y haciéndolo así, cumplió las condiciones del perdón. Su obra realmente consiste en la confesión vicaria del pecado en lugar del hombre.
La pregunta surge, como es natural: ¿Cómo se relaciona la muerte de Cristo con este arrepentimiento y con esta confesión vicaria? La respuesta es que, Cristo, por medio de sus padecimientos y muerte, entró mediante la simpatía a la condenación que el Padre hace del pecado, extrajo la perniciosidad del pecado y lo condenó; y esto fue considerado por el Padre como una confesión perfecta de nuestros pecados. Esta condenación del pecado está calculada también para producir en el hombre aquella santidad que Dios demanda de una humanidad pecadora. Esta teoría opera bajo las siguientes dificultades.
1. Puede entenderse inmediatamente que Cristo como hombre haya podido entrar por la simpatía en nuestras aflicciones y tentaciones, y en el sentimiento de nuestras enfermedades; pero para nada es claro cómo la encarnación lo capacitó para entrar en un sentimiento de compañerismo con nosotros en lo que se relaciona con, nuestros pecados. El fue inmaculado, por completo extraño al pecado, como poder corrupto en la vida suya, y por tanto, difícilmente podría identificarse, en el sentido moral, con los pecadores.
2. Aunque puede admitirse que según la Biblia, Cristo simpatizó con los pecadores a quienes vino a salvar, esta simpatía, ciertamente, no se presenta como el todo, o siquiera como la parte más importante de su obra redentora.
Todo el énfasis queda sobre el hecho de que vicariamente soportó los padecimientos que merecen los pecadores y satisfizo los requisitos de la ley en una vida de obediencia. No obstante, esta teoría aunque reconoce la justicia retributiva de Dios y el demérito del pecado, niega la necesidad y la posibilidad de la substanciación penal, y afirma que la obra de Cristo en beneficio de los pecadores consistió, no en haber padecido por ellos sino en haber confesado de manera vicaria los pecados de ellos.
3. La teoría se funda sobre principios erróneos, es decir, que el pecado no necesariamente lo hace a uno merecedor del castigo; que la justicia y la santidad de Dios no demandan como asunto de proceso una expiación objetiva, y que la única necesidad de ayuda redentora se deduce de la incapacidad del hombre para arrepentirse de un modo verdadero.

4. Por último, la confesión vicaria, tal como la implica esta teoría, realmente es una contradicción de términos. La confesión es algo completamente subjetivo, y para ser válida necesita ser personal. Es el producto de una conciencia personal de pecado, y también es personal en sus efectos. Es difícil ver cómo podría librarnos de la obligación de arrepentimos un arrepentimiento tal come el vicario. Además, esta teoría no tiene fundamento bíblico.