LA UNIPERSONALIDAD DE CRISTO

INTRODUCCIÓN

En el año 451 A. D. el Concilio de Calcedonia se reunió y formuló la fe de la Iglesia respecto a la persona de Cristo, y declaró que "lo reconoce en sus dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, e inseparables; estas naturalezas se distinguen en que no se pierden por la unión, sino que más bien la propiedad de cada una de ellas se preserva, y en que concurren en una persona y en una Subsistencia, no repartidas o divididas entre dos personas".
Esta formulación es negativa, principalmente, y sólo procura conservar la verdad en contra de diferentes conceptos heréticos. Afirma claramente la fe de la Iglesia primitiva respecto a la Persona de Cristo, pero no intenta explicar el misterio que envuelve, un misterio que no es susceptible de explicación natural.
Se permitió al gran milagro central de la historia presentarse en toda su grandeza, la suprema paradoja, para usar el lenguaje bartiano, Dios y hombre en una persona. Se nos dice únicamente lo que Jesús es, sin ningún intento de mostrarnos cómo se convirtió en lo que es. La gran verdad enunciada es que el Hijo eterno de Dios tomó sobre sí nuestra humanidad, y no como Brunner nos lo recuerda, que el hombre Jesús adquirió la divinidad.
La declaración del Concilio de Calcedonia da testimonio de un movimiento de Dios hacia el hombre más bien que viceversa. Han pasado siglos desde aquel tiempo; pero exceptuando ciertas explicaciones, la iglesia realmente nunca ha llegado más allá de la fórmula de Calcedonia.
Siempre ha reconocido que la encarnación es un misterio que desafía toda explicación. Y así seguirá siendo porque es el milagro de los milagros. Diversos intentos se han hecho en el curso del tiempo para dar una explicación psicológica de la persona de Jesucristo, pero todas estaban destinadas a fracasar, porque Él es el Hijo de Dios, el verdadero Dios, y una explicación psicológica de Dios está fuera de toda discusión. Los párrafos siguientes tienen el propósito de darnos una breve declaración de la doctrina de la Iglesia.

DECLARACIÓN DEL CONCEPTO QUE LA IGLESIA TIENE RESPECTO A LA PERSONA DE CRISTO

DEFINICIÓN DE LOS TÉRMINOS "NATURALEZA" Y "PERSONA"
Intentando llegar al adecuado entendimiento de la doctrina, es necesario conocer el significado exacto de los términos "naturaleza" y "persona", tal como se usan en esta conexión. El término "naturaleza" denota la suma total de todas las cualidades esenciales de una cosa, cualidades que la hacen ser lo que es. Una naturaleza es una sustancia poseída en común, con todas las cualidades esenciales de tal sustancia.
El término "persona" denota una sustancia completa capacitada con la razón, y, consecuentemente, un sujeto responsable de sus propias acciones. La personalidad no es una parte esencial e integral de una naturaleza, pero es como si dijéramos, la meta hacia la cual se dirige. Una persona es una naturaleza con algo adicional, es decir la individualidad con subsistencia independiente.
Pues bien, el Logos tomó una naturaleza humana que no estaba personalizada, que no existía por sí misma.
PROPOSICIONES EN LAS QUE SE DECLARA EL CONCEPTO DE LA IGLESIA
1. Hay en el Mediador una sola persona, el Logos inmutable. El Logos proporciona la base de la personalidad de Cristo. No obstante, no sería correcto decir que la persona del Mediador es divina y nada más. La encarnación lo constituyó en una persona compleja, formada de dos naturalezas, El es el Dios hombre.
2. La naturaleza humana de Cristo como tal no constituye una persona humana. El Logos no adoptó una persona humana, porque si no, tuviéramos dos personas en el Mediador, pero sencillamente tomó una naturaleza humana. Brunner declara que este es el misterio de la persona de Jesucristo que en el punto en donde nosotros tenemos una persona pecaminosa, El tiene o más bien es, la persona divina del Logos.
3. Al mismo tiempo, no es correcto hablar de la naturaleza humana de Cristo como impersonal. Esto es cierto sólo en el sentido de que esta naturaleza no tiene subsistencia independiente por sí misma. No obstante, hablando estrictamente, la naturaleza humana de Cristo no fue impersonal, ni siquiera por un momento.
El Logos tomó esa naturaleza haciéndola subsistencia personal consigo mismo. La naturaleza humana tiene subsistencia personal en la persona del Logos. Está en la persona más bien que sin la persona.
4. Por esa precisa razón no estamos autorizados para hablar de la naturaleza humana de Cristo como imperfecta o incompleta. Su naturaleza humana no carece de ninguna de las cualidades esenciales que pertenecen a esa naturaleza y tiene también individualidad, es decir, subsistencia personal en la persona del Hijo de Dios.
5. Esta subsistencia personal no debe confundirse con la conciencia y el libre albedrío. El hecho de que la naturaleza humana de Cristo, en y por sí misma no tenga subsistencia personal, no significa que no tenga conciencia y voluntad. La iglesia ha tomado la posición de que esto corresponde a la naturaleza más bien que a la persona.
6. La persona divina, que poseía naturaleza divina desde la eternidad, tomó una naturaleza humana, y ahora tiene las dos. Esto debe ser sostenido en contra de aquellos que, si bien admiten que la persona divina tomó una naturaleza humana, ponen en peligro la integridad de las dos naturalezas al concebirlas como que fueron fundidas o mezcladas para hacer un tertium quid, una clase de naturaleza divina humana.

PRUEBAS BÍBLICAS DE LA UNIPERSONALIDAD DE CRISTO

La doctrina de las dos naturalezas en una persona trasciende los límites de la razón humana.
Es la expresión de una realidad supersensible, y de un misterio incomparable que no tiene alguna analogía en la vida del hombre tal como la conocemos, y que no encuentra apoyo en la razón humana, y por tanto, puede aceptarse únicamente por la fe en la autoridad de la Palabra de Dios. Por esa razón es doblemente necesario poner cuidadosa atención a lo que la Biblia enseña sobre este punto.
EN LA BIBLIA NO HAY EVIDENCIA DE UNA DOBLE PERSONALIDAD
En primer lugar hay una consideración negativa de mucha importancia. Si hubiera habido una personalidad doble en Jesús esperaríamos naturalmente encontrar algunas huellas de ella en la Escritura; pero no hay ni un solo rasgo de ello. No hay distinción de un "yo" y un "tú" en la vida íntima del Mediador, tal como lo encontramos en lo que se relaciona con el ser trino de Dios, en donde una persona se dirige a la otra, Sal 2: 7; 40: 7, 8; Juan 17: 1, 4, 5, 21-24.
Además, Jesús nunca usó el plural al referirse a El mismo, según lo hace Dios en Gen 1: 26; 3: 22; 11: 7. Podría parecer como que Juan 3: 11 es un ejemplo a propósito. El plural es peculiar pero con toda probabilidad se refiere a Jesús y a los que estaban asociados con El, en oposición a Nicodemo y al grupo representado por él.
LAS DOS NATURALEZAS ESTÁN PRESENTADAS EN LA ESCRITURA COMO UNIDAS EN UNA PERSONA
Hay pasajes de la Escritura que se refieren a las dos naturalezas de Cristo pero en los cuales se ve con perfecta evidencia que se trata de una sola persona, Rom. 1: 3, 4; Gál. 4: 4, 5; Fil. 2: 6-11. En varios pasajes se declara que están unidas las dos naturalezas. La Biblia en ninguna parte enseria que la divinidad en abstracto, o algún poder divino, se unió a, o se manifestó en, una naturaleza humana ; sino siempre dice que la naturaleza divina en concreto, es decir, la persona divina del Hijo de Dios se unió a una naturaleza humana, Juan 1 : 14 ; Rom. 8 : 3 ; Gál. 4: 4; 9 : 5 ; I Tim. 3 : 16; Heb. 2 : 11-14 ; I Juan 4: 2, 3
SE HABLA DE UNA PERSONA EN TÉRMINOS QUE RESULTAN VERDADEROS CUALQUIERA QUE SEA LA NATURALEZA DE QUE SE TRATE.
Repetidamente los atributos de una naturaleza se declaran como predicados de la persona, en tanto que la persona se designa por un título derivado de la otra naturaleza. Por una parte los atributos y las acciones humanas son el predicado de la persona, en tanto que se le designa como un título divino, Hech. 20: 28; I Cor. 2: 8; Col. 1: 13, 14. Y por la otra parte, los atributos y las acciones divinas son el predicado de la persona en tanto que se le designa por un título humano, Juan 3: 13; 6: 62; Rom. 9: 5.
LOS EFECTOS DE LA UNIÓN DE LAS DOS NATURALEZAS EN UNA PERSONA NO HAY NINGÚN CAMBIO ESENCIAL EN LA NATURALEZA DIVINA
La doctrina de la creación y la doctrina de la encarnación constituyen siempre un problema en relación con la inmutabilidad de Dios. Esto ya lo señalamos al discutir aquel atributo.
Cualquiera que sea la manera de resolver este problema, debe sostenerse que en la encarnación la naturaleza divina no se sujeta a ningún cambio esencial. Esto significa que permanece impasible, es decir, incapaz de sufrir y morir, libre de la ignorancia y fuera del alcance de la debilidad y de la tentación.
Es bueno acentuar el hecho de que la encarnación fue un acto personal. Es mejor decir que la persona del Hijo de Dios se encarnó, que decir que la naturaleza divina se apropió la carne humana. Si los teólogos Reformados hablan a veces de la naturaleza divina como encarnada, lo hacen con el sentido de "no inmediatamente sino mediatamente", para usar el lenguaje de la teología escolástica; consideran esta naturaleza no absolutamente, y en sí misma, sino en la persona del Hijo de Dios.
El resultado de la encarnación fue que el Salvador divino pudiera ser ignorante y débil, tentado, y sufrir y morir, no en su naturaleza divina, sino derivativamente, por estar en posesión de una naturaleza humana.
DE LA ENCARNACIÓN RESULTO UNA TRIPLE COMUNICACIÓN
1. A communicatio idiomatum, o una comunicación de propiedades. Esto quiere decir que las propiedades de las dos naturalezas, la humana y la divina, son de la persona y por tanto se atribuyen a la persona.
La persona puede considerarse todopoderosa, omnisciente, omnipresente, etc., pero también puede llamarse, un hombre de dolores, de limitado conocimiento y poder, y sujeto a las necesidades y a las miserias humanas. Debemos tener cuidado de no entender el término como que indica que alguna cosa peculiar a la naturaleza divina fue comunicada a la naturaleza humana, o viceversa; o de que hay una interpenetración de las dos naturalezas como resultado de lo cual la divina se humaniza, y la humana se deifica (Roma).
La deidad no puede participar de la debilidad humana; ni el hombre puede participar de ninguna de las perfecciones esenciales de la divinidad.
2. A communicatio apotelesmatum, o, operationum. Esto significa que la obra redentora de Cristo, y particularmente el resultado final de ella, la apotelesma tiene un carácter divino humano. Analizando esto podemos decir que significa:
A. Que la causa eficiente de la obra redentora de Cristo es ese sujeto personal uno e indivisible en Cristo.
B. Que ésta se produce mediante la cooperación de las dos naturalezas.
C. Que cada una de estas naturalezas obra con su propia y especial enérgeia
D. Que a pesar de todo esto el resultado forma una unidad indivisible porque es la obra de una sola persona.
3. A communicatio charismatum, o, gratiarum. Esto significa que la naturaleza humana de Cristo desde el primer momento de su existencia estuvo adornada con toda clase de dones ricos y gloriosos, por ejemplo
A. La gratia unionis cum persona tou logou, es decir, la gracia y la gloria de estar unida al divino Logos, llamada también la gratia eminentiae, por lo cual la naturaleza humana se eleva por arriba de todas las criaturas, y hasta se convierte en objeto de la adoración
B. La gratia habitualis, que consiste de aquellos dones del Espíritu particularmente los del intelecto, de la voluntad y el poder, mediante los cuales la naturaleza humana de Cristo fue exaltada muy por arriba de todas las criaturas inteligentes. Su impecabilidad, el non posse pecare, debiera mencionarse aquí de manera especial.
EL DIOS HOMBRE ES EL OBJETO DE LA ORACIÓN
Otro efecto de la unión es que el Mediador, tal como existe hoy, es decir, en dos naturalezas, es el objeto de nuestra oración. Debe tenerse presente que el honor adorationis no pertenece a la naturaleza humana como tal, sino que le pertenece únicamente en virtud de su unión con el Logos divino, quien en su verdadera naturaleza es adorabilis.
Debemos distinguir entre el objeto y la base de esta adoración. El objeto de nuestra adoración religiosa es el Dios-hombre, Jesucristo, pero la base sobre la que lo adoramos está en la persona del Logos

LA UNIPERSONALIDAD DE CRISTO ES UN MISTERIO

La unión de las dos naturalezas en una persona es un misterio que no podemos comprender, y el cual, por esa razón precisa, a menudo es negado. A veces se le ha comparado con la unión del cuerpo y el alma en el hombre; y hay algunos puntos de similaridad.
En el hombre hay dos sustancias, materia y espíritu, unidas en la forma más estrecha y, no obstante, sin mezclarse; así también en el Mediador. En el hombre el principio de la unidad, la persona, no tiene su asiento en el cuerpo sino en el alma; en el Mediador no está ese asiento en la naturaleza humana sino en la divina.
Como la influencia del alma sobre el cuerpo y la del cuerpo sobre el alma es un misterio, así también es la conexión de las dos naturalezas en Cristo y su influencia mutuamente recíproca. Todo lo que acontece en el cuerpo y en el alma se atribuye a la persona; y de ese modo todo lo que tiene lugar en las dos naturalezas de Cristo resulta predicado de la persona. A veces a un hombre se le llama de acuerdo con su elemento espiritual cuando algo se hace predicado de él, y se aplica más particularmente al cuerpo, y viceversa.
De manera semejante las cosas que se aplican solamente a la naturaleza humana de Cristo también se atribuyen a Él cuando se nombra según su naturaleza divina, y viceversa. Así como es un honor para el cuerpo estar unido con el alma, así también es un honor para la naturaleza humana de Cristo estar unida con la persona del Logos. Por supuesto, que la comparación es defectuosa.
No ilustra la unión de lo divino y lo humano, de lo infinito y lo finito. Ni siquiera ilustra la unidad de dos naturalezas espirituales en una sola persona. En el caso del hombre el cuerpo es material y el alma es espiritual. Es una unión maravillosa, pero no tan maravillosa como la unión de las dos naturalezas en Cristo.
LA DOCTRINA LUTERANA DE LA COMUNICACIÓN DE ATRIBUTOS
DEFINICIÓN DE LA POSICIÓN LUTERANA
Los luteranos difieren de los Reformados en su doctrina de la communicatio idiomatum.
Enseñan que los atributos de una naturaleza se atribuyen a la otra sobre la base de su transferencia actual, y sienten que únicamente mediante tal transferencia puede asegurarse la unidad verdadera de la persona. Esta posición no envuelve una negación del hecho de que los atributos de ambas naturalezas puedan atribuirse a la persona, sino que añade algo a ella en interés, según ellos lo ven, de la unidad de la persona.
No siempre presentan su doctrina en la misma forma. Lutero y algunos de los primitivos luteranos hablaron ocasionalmente de una comunicación en ambas direcciones desde la naturaleza divina hacia la humana y también desde la humana hacia la divina. No obstante, en el desarrollo subsecuente de la doctrina, la comunicación de la naturaleza humana a la divina pronto se perdió de vista y solamente se acentuó la de la divina a la humana.
De allí siguió una limitación todavía más grande. Los escolásticos luteranos distinguieron entre los atributos operativos de Dios (omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia), y sus atributos pasivos (infinidad, eternidad, etc.), y enseñaron que únicamente los primeros fueron transferidos a la naturaleza humana. Todos estuvieron de acuerdo en que la comunicación tuvo lugar al tiempo de la encarnación.
Pero surgió, naturalmente, la pregunta de cómo puede acomodarse esto con el cuadro de Cristo en los evangelios, que no es el retrato de un hombre omnisciente y omnipresente. Esto dio lugar a diferencias de opinión. Según algunos, Cristo necesariamente utilizó estos atributos durante su humillación; pero lo hizo en secreto; en tanto que según los otros el ejercicio de ellos estuvo sujeto a la voluntad de la persona divina, quien voluntariamente los dejó inoperantes en el transcurso de su humillación.
La oposición a esta doctrina se ha repetido de modo palpable en la Iglesia luterana. Se ha señalado que es inconsistente con la idea de un desarrollo de veras humano en la vida de Cristo, tan claramente enseñado por Lutero mismo. La insistencia del gran Reformador en la comunicación de atributos encuentra su explicación en parte en sus tendencias místicas, y en parte en sus enseñanzas respecto a la presencia física de Cristo en la Cena del Señor.
OBJECIONES A ESTA DOCTRINA LUTERANA
Hay varias objeciones a la doctrina luterana de la communicatio idiomatum.
1. No tiene fundamento Escritural. Si quiere inferirse de una declaración como la de Juan 3: 13, entonces debe, consistentemente, inferirse de I Cor. 2: 8 que la capacidad para sufrir fue comunicada a la naturaleza divina. No obstante, los luteranos retroceden ante semejante conclusión.
2. Implica una fusión de las naturalezas divina y humana en Cristo. Los luteranos hablan como si los atributos pudieran abstraerse de la naturaleza, y pudieran comunicarse, aunque las naturalezas permanecieran separadas; pero la sustancia y los atributos no pueden separarse. Mediante una comunicación de atributos divinos a la naturaleza humana, esa naturaleza como tal deja de existir. La omnipresencia y la omnisciencia no son compatibles con la humanidad. Semejante comunicación resulta una mixtura de lo divino y lo humano, que la Biblia conserva separados estrictamente.
3. En la forma en que actualmente los luteranos, por lo general, aceptan la doctrina, ésta sufre de inconsistencia. Si los atributos divinos se comunican a la naturaleza humana, ésta también debe comunicarse a la divina. Y si algunos atributos se comunican, todos deben comunicarse. Pero los luteranos evidentemente no se atreven a ir hasta este extremo, y por lo tanto se detienen a medio camino.
4. Es inconsistente con el cuadro del Cristo encarnado durante el tiempo de su humillación, tal como lo encontramos en los Evangelios. Este no es el cuadro de un hombre omnipresente y omnisciente. La explicación luterana de esta inconsistencia no ha servido para recomendar a los mismos luteranos al pensamiento de la Iglesia en general y ni siquiera al de algunos de los seguidores de Lutero.
5. Esta doctrina en realidad destruye la encarnación. Los luteranos distinguen entre la incarnatio y la exinanitio. El Logos es el sujeto únicamente del primero. Hace que la naturaleza humana sea receptiva para que habite la plenitud de la divinidad, y le comunique algunos de sus atributos divinos. Pero al hacer esto, virtualmente abroga la naturaleza humana asimilándola a la divina. De este modo queda sólo la divina.
6. Prácticamente también tuerce la distinción entre el estado de humillación y el de exaltación. Brenz hasta dice que estos no fueron estados sucesivos, sino que coexistieron en la vida terrenal del Cristo. Para escapar de la dificultad, los luteranos introdujeron la doctrina de la exinanitio, de la que resulta que no el Logos sino el Dios-hombre, Cristo es el sujeto, es decir, que Cristo se anonadó casi por completo, o que puso a un lado los atributos divinos. Algunos hablan de que los usó constantemente, pero en secreto, y otros dicen que los usó de manera intermitente.
LA DOCTRINA DE LA KENOSIS EN VARIAS FORMAS
A mediados del Siglo XIX una nueva forma de Cristología apareció en las teorías kenóticas. Encontró especial favor entre los luteranos, pero también entre algunos teólogos Reformados. Representó parte de un intento de atraer a los luteranos y a los sectores Reformados de la iglesia a un estrecho acercamiento. Los abogados de este nuevo concepto quisieron hacer plena justicia a la realidad e integridad de la humanidad de Cristo, y acentuar la magnitud de la negación y el sacrificio de sí mismo.
PRESENTACIÓN DE LA DOCTRINA
El término "kénosis" se usa teológicamente en doble sentido. Originalmente fue usado por los teólogos luteranos para denotar la limitación propia, no del Logos, sino del Dios hombre, mediante la cual El, para cumplir con su humillación, puso a un lado el uso de sus atributos divinos.
No obstante, en la enseñanza de los kenotistas se subrayaba la doctrina de que el Logos en la encarnación quedó despojado de sus atributos transitivos, o de todos ellos; quedó reducido a una mera potencialidad, y luego, en unión con la naturaleza humana, se desarrolló de nuevo en una persona divina humana. Las formas principales en las que se enserió esta doctrina son las siguientes:
1. La teoría de Thomasius, Delitzsch y Crosby. Thomasius distingue entre los atributos absolutos y los atributos esenciales de Dios, por ejemplo, el poder, la santidad, la verdad y el amor absolutos, y sus atributos relativos que no son esenciales a la divinidad, por ejemplo la omnipotencia, la omnipresencia y la omnisciencia; y sostiene que el Logos en tanto que retiene su propia conciencia de ser divino, puso esto a un lado para tomarse una naturaleza verdaderamente humana.
2. La teoría de Gess y H. W. Beecher. Esta teoría es mucho más completa. La Touche habla de ella como "encarnación por suicidio divino". El Logos se despotencializó de tal manera de todos sus atributos divinos que literalmente cesó en sus funciones cósmicas y en su conciencia eterna durante los arios de su vida terrenal. La conciencia del Logos se hizo absolutamente la de un alma humana, y, consecuentemente, pudo tomar y tomó el lugar del alma humana en Cristo. De esta manera la verdadera humanidad de Cristo quedó defendida hasta los límites de la impecabilidad.
3. La teoría de Ebrard. Ebrard conviene con Gess en hacer que el Logos encarnado ocupe el lugar del alma humana. El Hijo eterno dejó su condición eterna, y en una perfecta y propia limitación aceptó la forma de existencia centrada al modo de la vida humana. Pero con El, ésta reducción de sí mismo no llegó a una completa despotencialización del Logos. Retuvo las propiedades divinas, pero quedaron en posesión del Dios-hombre en la forma oportunamente apropiada al modo humano de la existencia.
4. La teoría de Martensen y Gore. Martensen postuló la existencia de una doble vida en el Logos encarnado desde dos centros de vida, no comunicados entre sí.
Permaneciendo en el seno de Dios continuaba funcionando en la vida trinitaria y también en sus relaciones cósmicas con el mundo como Creador y sustentador. Pero al mismo tiempo El, como el Logos despotencializado, unido con una naturaleza humana, nada supo de sus funciones trinitarias y cósmicas, y solamente sabía que él era Dios en un sentido en que ese conocimiento es posible a las facultades humanas.
LA SUPUESTA BASE ESCRITURAL DE ESTA DOCTRINA
Los kenotistas buscan apoyo bíblico para su doctrina, especialmente en Fil. 2: 6-8; pero también en II Cor. 8: 9 y Juan 17: 5. El término "kénosis" se deriva del verbo principal en Fil. 2: 7, ekénosen. En la American Revised Versión esto se traduce "se vació". El Dr. Warfield considera que esto es una traducción errónea.159 El verbo se encuentra nada más en otros cuatro pasajes del Nuevo Testamento, es decir, Rom. 4: 14; I Cor. 1: 17; 9: 15; II Cor. 9: 3.
En todos estos pasajes, se usa figurativamente y significa "vaciar", "de ningún efecto", "de ningún valor", de "ninguna reputación.160 Si aquí entendemos de esta manera, la palabra significa sencillamente que Cristo se hizo a sí mismo de valor nulo, de ninguna reputación, no defendió sus prerrogativas divinas, sino que tomó la forma de un criado.
Pero aun si tomamos la palabra en su sentido literal, no sostiene la teoría de la kénosis. La sostendría, si entendiéramos que lo que El puso a un lado fue la morphe theou (forma de Dios), y luego concibiéramos el término morphe estrictamente como el carácter esencial o específico de la divinidad. Con toda probabilidad morphe debe entenderse de este modo, pero el verbo ekénosen no se refiere a morphe theou, sino a einai isa theoi (en dativo), es decir, su existencia sobre base de igualdad con Dios.
El hecho de que Cristo tomó la forma de un siervo no envuelve que haya puesto a un lado la forma de Dios. No hubo cambio de la una por la otra. Aunque El preexistía en la forma de Dios, Cristo no contó su carácter de ser igual a Dios como un honor que no pudiera dejar pasar sino que se despojó tomando la forma de siervo. Y bien, ¿Qué significa que haya tomado forma de siervo? Un estado de sujeción en el cual uno está llamado a prestar obediencia.
Y lo contrario a esto es un estado de soberanía en el que uno tiene derecho de mandar. El estado de igualdad con Dios no denota un modo de ser, sino un estado que Cristo cambió por otro estado.
OBJECIONES A LA DOCTRINA DE LA KENOSIS
1. La teoría está basada sobre la concepción panteísta de que Dios y el hombre no son absolutamente diferentes sino que el uno puede transformarse en el otro. La idea hegeliana de devenir se aplica a Dios, y se borra la línea absoluta de separación.
2. Es del todo subversiva de la doctrina de la inmutabilidad de Dios, la cual se enseña con toda claridad en la Escritura, Mal. 3: 6; Sant. 1: 17, y que también está implicada en la idea exacta de Dios. Lo absoluto y lo mutable se excluyen mutuamente; y un Dios mutable ciertamente no es el Dios de la Escritura.
3. Significa una destrucción práctica de la Trinidad, y por tanto, desaloja a nuestro verdadero Dios. El Hijo humanizado, despojado por sí mismo de sus atributos divinos, no podría ser ya la subsistencia divina participante de la vida trinitaria.
4. Da por sentada una relación demasiado libre entre el modo divino de existencia, los atributos divinos, y la esencia divina, cuando habla de los primeros como si pudieran separarse perfectamente de la última. Todo esto resulta confuso y envuelve el error central ya condenado en relación con la doctrina católico romana de la transubstanciación.
5. No resuelve el problema que intentaba resolver. Deseaba asegurar la unidad de la persona, y la realidad de la humanidad del Señor. Pero seguramente, la unidad personal no se asegura tomando un Logos humano como co-existente con un alma humana. Tampoco se sostiene la realidad de la humanidad sustituyendo el alma humana por un Logos despotencializado. El Cristo de los kenotistas no es Dios ni hombre. Según las palabras del Dr. Warfield su naturaleza humana queda convertida en "una deidad completamente despedazada".
La teoría kenotista gozó de grande pero breve popularidad en Alemania, sin embargo, ya en realidad dejó de existir allí. Cuando comenzó a desaparecer encontró defensores en Inglaterra que fueron eruditos como D. W. Forrest, P. T. Forsyth, Ch. Gore, R. L. Ottley y H. R. Mackintosh. Actualmente encuentra poquísimo apoyo.
LA TEORÍA DE LA ENCARNACIÓN GRADUAL
Dorner fue uno de los primeros y de los más grandes opositores a la doctrina de la kénosis.
Se tomó la tarea de sugerir otra teoría que en tanto que escapa de los errores del kenotismo haría plena justicia a la humanidad de Cristo. Se propuso resolver el problema por medio de la teoría de una encarnación gradual o progresiva. Según Él, la encarnación no fue un acto consumado en el momento de la concepción de Jesús, sino un proceso gradual por medio del cual el Logos se unió en una medida cada vez más grande con el único y representativo hombre (prácticamente una nueva creación), Cristo Jesús, hasta que la plena unión quedó finalmente consumada en el momento de la resurrección.
La unión produjo un Dios-hombre con una conciencia singular y una sola voluntad. En este Dios-hombre el Logos no suplió la personalidad, pero le dio su cualidad divina. Esta teoría no encuentra sostén en la Escritura, la que siempre representa la encarnación como un hecho instantáneo, más bien que como un proceso. Condujo lógicamente al nestorianismo o a la doctrina de las dos personas en el Mediador.
Y puesto que encuentra el asiento verdadero de la personalidad en el hombre Jesús, es abiertamente subversiva de la preexistencia efectiva de nuestro Señor. Rothe y Bovon son dos de los más importantes defensores de esta doctrina.
La diferencia crítica entre las teorías antiguas y las realmente modernas respecto a la persona de Cristo, descansa en el hecho de que estas últimas, según se deduce también de la teoría de Dorner, distinguen la persona del Logos concebida como un modo especial de la vida personal de Dios, de la personalidad de Cristo como una persona concretamente humana, divina únicamente en cualidad. Según los conceptos modernos no es el Logos sino el hombre Jesús el que constituye el yo en Cristo.
La personalidad de Jesús es humana en su tipo de conocimiento, y también en su crecimiento moral; pero al mismo tiempo es receptiva únicamente de lo divino, y de esta manera es el clímax de una encarnación de la cual la humanidad misma es la expresión cósmica general. Esto es verdad también refiriéndonos a la teoría sugerida por Sanday en su obra Christologies Ancientand Modern, teoría que procura dar una explicación psicológica de la persona de Jesús para hacer justicia tanto al Jesús humano como al divino. Acentúa el hecho de que la conciencia subconsciente es el asiento propio de toda habitación divina, o de la acción divina sobre el alma humana; y sostiene que la misma o un yo correspondiente, subconsciente, es también el asiento adecuado o lugar de la deidad del Cristo encarnado.
La conciencia ordinaria de Jesús fue conocimiento humano, pero aparecieron en él ocasionalmente destellos de conocimiento divino procedentes de su yo subconsciente. Esta teoría ha sido criticada severamente.
Atribuye a la vida subconsciente del hombre una importancia que no tiene; supone equivocadamente que la deidad puede ser localizada en un lugar particular de la persona de Cristo, y sugiere un cuadro de este que lo presenta como conocedor de su deidad sólo en una forma intermitente, lo que no está en armonía con los datos de la Escritura. Una vez más revela la locura de tratar de dar una explicación psicológica de la persona de Cristo.
Además de Sandy algunos de los representantes más influyentes de la Cristología moderna son Kunze, Schaeder, Kaehler, Moberly, y Du Bose.
PREGUNTAS PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1. ¿Qué cambio efectuó el Siglo XVIII en la Cristología?
2. ¿Qué causas contribuyeron a la extensa y actual negación de la deidad de Cristo?
3. ¿Cómo tratan los críticos negativos las pruebas bíblicas de la deidad de Cristo?
4. ¿Tuvieron éxito los de la Liberal-Jesús-School al presentar un cuadro aceptable de Jesús que se compaginara verdaderamente con los hechos?
5. ¿Cuál es la diferencia entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, y para qué sirve?
6. ¿Qué hay acerca del argumento aut Deus auto horno non bonus?
7. ¿Cómo ha sido puesta en peligro algunas veces la realidad de la humanidad de Cristo?
8. ¿Había en Cristo una sola conciencia o había dos?
9. ¿Había en El una o dos voluntades?
10. ¿Sobre qué bases se niega la conciencia mesiánica de Jesús?
11. ¿Cómo puede defenderse la conciencia mesiánica de Jesús?
12. ¿Consideró Jesús su carácter mesiánico únicamente como una dignidad que sería suya en el futuro?
13. ¿Tiene la escuela escatológica alguna ventaja sobre la escuela ancha?
14. ¿En qué difieren las teorías de los reformados, los luteranos y el católico romanos acerca de la unión de las dos naturalezas en Cristo?
15. ¿Qué es lo que sobre este punto enseña la Fórmula de Concordia?
16. ¿Qué fue la controversia Giessen Tuebingen?
17. ¿Cómo concibieron esta unión Kant, Hegel y Scheleiermacher?
18. ¿En qué sentido revela la teoría de la kénosis la influencia de Hegel?
19. ¿Cómo afectó el concepto moderno de la inmanencia de Dios a las más recientes Cristologías?

20. ¿La teoría psicológica de Sanday es una estructura aceptable?