RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN

¿CÓMO ERA EL CUERPO RESUCITADO DE CRISTO? ¿EN QUÉ ES ESO SIGNIFICATIVO PARA NOSOTROS? ¿QUÉ LE SUCEDIÓ A CRISTO CUANDO ASCENDIÓ AL CIELO? ¿QUÉ SE QUIERE DECIR CON ESTADOS DE CRISTO JESÚS?

EXPLICACIÓN Y BASES BÍBLICAS

A. LA RESURRECCIÓN

1. LA EVIDENCIA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los evangelios contienen un testimonio abundante sobre la resurrección de Cristo (vea Mt 28: 1-20; Mr 16: 1-8; Lc 24: 1-53; Juan 20:1-21:25). Además de estas narraciones detalladas en los cuatro evangelios, el libro de Hechos es la historia de la proclamación de la resurrección de Cristo por parte de los apóstoles y su oración continua a Cristo y confianza en él como alguien que está vivo y reina en el cielo.
Las epístolas dependen por completo de la suposición de que Jesús es un Salvador vivo y reinante que está ahora exaltado como Cabeza de la iglesia, y que merece que se confíe en él y se le alabe y le adore y quien un día regresará en poder y gran gloria para reinar como Rey sobre la tierra. El libro de Apocalipsis muestra repetidas veces al Cristo resucitado que reina en el cielo y predice su regreso para conquistar a sus enemigos y reinar en gloria. De modo que todo el Nuevo Testamento da testimonio de la resurrección de Cristo.
NOTA: Los argumentos históricos a favor de la resurrección de Cristo son sustanciales y han convencido a muchos escépticos que empezaron a examinar las evidencias con el propósito de desacreditar la resurrección. La experiencia mejor conocida de alguien que pasa del escepticismo a la fe es Frank Morison, Who Moved the Stond (Faber and Faber, Londres, 1930; reimpreso en Zondervan, Grand Rapids, 1958.
2. LA NATURALEZA DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.
La resurrección de Cristo no fue simplemente salir de entre los muertos, como otros, como Lázaro Gn 11: 1-44),10 habían experimentado antes, porque entonces Jesús hubiera estado sujeto a la debilidad y al proceso de envejecimiento y al final habría muerto como sucede con todos los demás seres humanos. Más bien, cuando se levantó de entre los muertos fue «primicias»2 (1ª Co 15:20, 23) de una nueva clase de vida humana, una vida en la que su cuerpo era perfecto, y ya no estaba sujeto a la debilidad, el envejecimiento y la muerte, sino capacitado para vivir eternamente.
Es verdad que dos de los discípulos de Jesús no le reconocieron cuando él se puso a caminar con ellos en el camino a Emaús (Lc 24: 13-32), pero Lucas dice específicamente que esto fue debido a que «sus ojos estaban velados» (Lc 24: 16), y más tarde «se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (Lc 24: 31). María Magdalena no lo reconoció de primer momento Gn 20: 14-16), pero quizá era todavía muy oscuro y al principio no estaba mirándolo. Había llegado la primera vez «cuando todavía estaba oscuro» Gn 20: 1), y «se volvió» para hablar con Jesús una vez que lo hubo reconocido Gn 20: 16).
En las otras ocasiones parece que los discípulos reconocieron a Jesús con bastante rapidez (Mt 28:9, 17;Jn 20:19-20,26-28; 21:7, 12). Cuando Jesús se apareció a los once discípulos en Jerusalén, estos inicialmente se asombraron y se sobresaltaron (Lc 24: 33,37), pero cuando vieron las manos y los pies de Jesús y le vieron comer un pedazo de pescado, se convencieron de que había resucitado.
Estos ejemplos indican que había un grado considerable de continuidad entre la apariencia fisica de Jesús antes de su muerte y después de la resurrección. No obstante, a Jesús no se le veía exactamente como él había sido antes de morir, porque además del asombro inicial de los discípulos ante lo que ellos aparentemente no pensaron que podía ocurrir, había probablemente suficiente diferencia en su apariencia física para que Jesús no fuera reconocido de forma inmediata.
Quizá la diferencia en apariencia fuera solo la diferencia entre un hombre que había vivido una vida de sufrimiento, dificultades y dolor, y la de alguien cuyo cuerpo había sido restaurado a la plena apariencia juvenil de la salud perfecta. Aunque el cuerpo de Jesús era todavía un cuerpo fisico, era un cuerpo resucitado y transformado, que nunca más estaría sujeto al sufrimiento, a la debilidad ni a la muerte, revestido de «inmortalidad» (1ª Co 15: 53). Pablo dice que el cuerpo es resucitado en «incorrupción en gloria en poder un cuerpo espiritual» (1ª Ca 15: 42-44).'
El hecho de que Jesús tuviera un cuerpo fisico que se podía tocar y ver funcionar después de la resurrección lo vemos en que los discípulos «le abrazaron los pies» (Mt 28: 9), en que se apareció a los discípulos en el camino a Emaús como cualquier otro viajero que iba de camino (Lc 24: 15-18,28-29), en que tomó pan y lo partió (Lc 24: 30), en que comió un pedazo de pescado asado para demostrar que tenía un cuerpo fisico y no era simplemente un espíritu, en que María pensó que él era el hombre que cuidaba el huerto (Jn 20:15), en que «les mostró las manos y el costado» (Jn 20: 20), en que invitó a Tomás a que tocara sus manos y su costado (Jun. 20: 27), en que preparó el desayuno para sus discípulos (Jn 21: 12-13), y en que explícitamente les dijo: «Miren mis manos y mis pies.
NOTA: Vea el estudio de la palabra «primicias»  abajo.
Por «cuerpo espiritual» Pablo no está refiriéndose a algo «inmateria1», sino más bien «apropiado y capacitado para responder a la dirección del Espíritu». En las epístolas paulinas, la palabra «espiritual» (gr. pneumatikos) rara vez significa «no fisico», sino más bien «consistente con el carácter y la actividad del Espíritu Santo» (vea, p. ej. Ro. 1: 11; 7: 14; 1ª Co. 2: 13,15; 3:1; 14:37; Gá, 6:1 [(ustedes que son espirituales); (Ef. 5: 19). Algunas traducciones de la Biblia dicen: «se siembra un cuerpo fisico, resucitará cuerpo espiritual» y esto se presta a equivocaciones, porque Pablo no usó la palabra que tenía a mano si hubiera querido hablar de un cuerpo fisico (gr. somátikos), sino que usó la palabra psychikos, que significa, en este contexto, «natural», es decir, un cuerpo que está viviendo su propia vida y según sus fuerzas y en las características del presente siglo, pero que no está completamente sometido ni vive en conformidad con el carácter y la voluntad del Espíritu Santo.
Por tanto, una paráfrasis más clara sería: «Se siembra un cuerpo natural sujeto a las características y deseos de este siglo, gobernado por su propia voluntad pecaminosa, pero resucita un cuerpo espiritual, sujeto completamente a la voluntad de Espíritu Santo y que responde a la dirección del Espíritu». Un cuerpo así no es para nada «no mico», sino que es un cuerpo fisico resucitado con el grado de perfección que era la intención original de Dios.
¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo» (Lc 24:39). Pedro dijo que los discípulos «comimos y bebimos con él después de su resurrección» (Hch 10:41).
Es cierto que según parece Jesús podía aparecer y desaparecer de la vista de forma repentina (Lc 24: 31, 36; Jn 20: 19,26). Pero debiéramos ser cuidadosos y no sacar demasiadas conclusiones de este hecho, porque no todos los pasajes afirman que Jesús podía aparecer o desaparecer repentinamente; algunos solo dicen que Jesús llegó y estuvo entre los discípulos.
Cuando Jesús de repente desapareció de la vista de los discípulos en Emaús, este puede haber sido un suceso milagroso especial, tal como ocurrió cuando «el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe y «el eunuco no volvió a verlo» (Hch 8: 39).
Tampoco debiéramos sacar demasiadas conclusiones del hecho de que Jesús llegó y estuvo entre los discípulos en dos ocasiones cuando las puertas estaban «cerradas» (Jn 20: 19,26), porque ningún texto dice que Jesús pasó a través de las paredes ni nada parecido. En realidad, en otra ocasión en el Nuevo Testamento cuando alguien necesitó pasar a través de una puerta cerrada, la puerta milagrosamente se abrió (vea Hch 12: 10).
Murray Harris ha propuesto recientemente otra posible interpretación de los versículos citados arriba, especialmente los versículos que hablan de que Jesús apareció y desapareció en diferentes momentos. Dice que estos versículos muestran que mientras Jesús podía a veces materializarse en un cuerpo fisico, su existencia acostumbrada era en una forma inmaterial o no corporal de su «cuerpo espiritual».
Además, cuando él ascendió al cielo después de cuarenta días, dejó permanentemente toda materialización en un cuerpo fisico. Harry dice:
La Resurrección De Jesús No Consistió En Su Transformación En Un Cuerpo Inmaterial Sino En La Adquisición De Un «Cuerpo Espiritual» El Cual Podía Materializarse O Desmaterializarse A Voluntad. Cuando, En Ocasiones, Jesús Escogió Aparecer A Varias Personas En Forma Material, Aquel Era En Realidad El «Cuerpo Espiritual» De Jesús Como Cuando No Era Visible O Tangible. Después De Cuarenta Días, Cuando Terminaron Sus Apariciones En La Tierra, Jesús Asumió La Forma Única De Ser Visible Para Los Habitantes Del Cielo, Pero Teniendo Un Cuerpo No Corporal. En Su Estado De Resucitado Transcendía Las Leyes Normales De La Existencia Fisica. Ya No Estaba Sujeto A Limitaciones Materiales Ni Espaciales:
NOTA: El participio perfecto griego kekleismenon puede significar que las puertas estaban «cerradas» o que ellos estaban «encerrados».
No deseo argumentar que es imposible que e! cuerpo de resurrección de Jesús pasara de alguna manera por la puerta o por la pared para entrar en e! cuarto, solo digo que ningún versículo en la Biblia dice eso. Es posible, pero esa posibilidad no merece e! estado de una conclusión firme que ya ha llegado a ser parte de alguna predicación popular y mucha erudición evangélica, es solo una posible inferencia de estos versículos, entre varias.
Lean Morris dice: «Algunos sugieren que Jesús pasó a través de la puerta cerrada, o que la puerta de abrió por sí misma o algo parecido. Pero las Escrituras no dicen nada sobre la forma en que Jesús entró en e! cuarto y nosotros haríamos bien en no intentar dar tampoco una definición» (The Gospel Accordingto John, p. 844). El problema con una afirmación sobre que Jesús pasó a través de las pare es que puede llevar a las personas a pensar del cuerpo resucitado de Jesús como algo inmaterial y eso es contrario a las afirmaciones explícitas de! material que tenemos en los textos del Nuevo Testamento.
Es importante darse cuenta que Harris afirma definidamente la resurrección física y corporal de Jesús de entre los muertos. Dice que el mismo cuerpo que murió también resucitó, pero fue transformado en un (cuerpo espiritual» Con nuevas propiedades.
En respuesta, aunque no considero que esto sea Una cuestión doctrinal de mayor importancia (puesto que es solo un asunto acerca de la naturaleza del cuerpo resucitado, sobre lo cual sabemos muy poco en el tiempo presente): pienso, no obstante, que el Nuevo Testamento nos provee de una evidencia persuasiva que nos llevaría a diferir del punto de vista de Harris. Este está de acuerdo en que en varias Ocasiones Jesús tenía Un cuerpo fisico que podía tomar alimento y ser tocado y que tenía carne y huesos.
Está incluso de acuerdo en que en la ascensión de Jesús al cielo, «fue un Jesús de "carne y huesos" (Lc 24: 39) el que fue llevado arriba delante de los ojos de sus discípulos». La única cuestión es si el cuerpo de Jesús existió en otros momentos en Una forma inmaterial, no corporal, como Harris afirma. Para responder a eso, tenemos que preguntar si los textos del Nuevo Testamento acerca de las apariciones y desapariciones de Jesús requieren esa conclusión. No parece que sea así.
Lucas 24: 31, que dice que después de que Jesús tomó pan, lo partió y se lo dio a sus dos discípulos, «pero él desapareció», no requiere eso. La expresión griega que se usa aquí y que se traduce «desaparecer» (afantos egeneto) na la encontramos en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, pero cuando se halla en Diodoro Siculo (un historiador que escribió entre los años 60-30 A.C.) se emplea una vez de un hombre llamado Amfiaraus quien, con su carro, cayó en Un abismo y «desapareció de la vista», y esa misma expresión se usa en otro lugar para hablar acerca de Atlas que fue arrastrado por los vientos de la cima de un monte y «desapareció».
En ninguno de los casos la expresión significa que la persona se hizo inmaterial o aun invisible, sino solo que fue trasladada a un lugar oculto de la vista de los demás. Así que en Lucas 24:31 todo lo que podemos concluir es que los discípulos no siguieron viendo a Jesús; quizá el Espíritu del Señor se lo llevó (como con Felipe en Hechos 8:39), o quizá quedó oculto de nuevo de su vista (como con Moisés y Elías en el monte de la transfiguración, Mt 17:8, o como con el ejército celestial alrededor de Eliseo, 2ª R 6: 17, o [aparentemente] como con los discípulos que pasaron por delante de los guardias de la prisión en Hechos 5:19-23; 12:6, 10).
NOTA: Murray Harris, From Grave to Glory: Resurrection in the New Testament (Zondervan, Grand Rapids, 1990), pp. 142-43.
Vea Harris, Ibíd, pp. 351 Y353 (donde él de forma inequívoca) afirma (la resurrección literal y fisica de Jesús de los muertos) y p. 365 «Soy feliz en afirmar que nuestro Señor se levantó de la tumba en el cuerpo fisico real que Él poseyó antes de su muerte»).
ÉI no entiende que «espiritual» signifique (no físico), sino más bien .animado y guiado por el espíritu» (o posiblemente «Espíritu»), p. 195.
Vea el amplio informe acerca del punto de vista de Harris y los que lo han criticado (a veces no lo han tergiversado) en CT, 1 abril 1993, pp. 162-63. Norman Geisler y otros han acusando a Harris de enseñar graves herejías, pero en este articulo,]. 1. Packer dice que «tanto Harris como Geisler parecer ser ortodoxos, y los dos lo son igualmente» (pp. 64-65). Un informe de parte de otros tres teólogos evangélicos. Millard Ericsson, Bruce Demarest y
Roger Nicole, dice que los puntos de vista de Harris son «algo novedosos» pero que son compatibles con la posición doctrinal [del Trinity Evangelical Divinity School, donde Harris enseña, y] del amplio movimiento evangélico. (p. 63).
Otra ocasión en que aparece la palabra aphantos y tiene un sentido similar: Plutarco (50-120 d.C.) informa que hay un «centro» de la tierra o del océano que «es conocido de los dioses, pero que está oculto (aphantos) de los mortales» (Moralia 409F). El sentido no es «inmaterial) sino «oculto» de la vista, no visible.
En ningún caso necesitamos sacar la conclusión que el cuerpo fisico de Jesús se hizo no fisico, como tampoco necesitamos sacar la conclusión que los cuerpos de los discípulos se hicieron inmateriales cuando pasaron por delante de los guardas (Hch 5: 23; 12: 10) y escaparon de la cárcel. Del mismo modo, Lucas 24: 31 no dice que sucediera alguna transformación en el cuerpo de Jesús; simplemente dice que los discípulos no siguieron viéndolo.
En cuanto a la afirmación de que Jesús atravesó sustancias materiales, eso no está sustanciado en el Nuevo Testamento. Como expliqué anteriormente, el hecho de que Jesús apareciera en un cuarto cuando las puertas estaban cerradas Jn 20: 19, 26), puede significar o no que él atravesó la puerta o la pared. Es especialmente relevante aquí la primera liberación de los apóstoles de la cárcel.
Ellos no pasaron a través de las puertas, sino que «en la noche un ángel del Señor abrió las puertas y los sacó» (Hch 5: 19); no obstante, a la mañana siguiente los carceleros informaron: «Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando abrimos, no encontramos a nadie adentro» (Hch 5: 23). El ángel había abierto las puertas, los apóstoles habían salido por ellas, y luego el ángel volvió a cerrar las puertas con llave.
 Del mismo modo, cuando Pedro fue rescatado de la cárcel, no se desmaterializó a fin de quitarse las cadenas que lo sujetaban, sino que «las cadenas cayeron de las manos de Pedro» (Hch 12:7). Asimismo, es sin duda posible que la puerta se abriera milagrosamente para Jesús o incluso que él entrara al cuarto con los discípulos y quedara temporalmente oculto a sus ojos.
En relación con la naturaleza del cuerpo resucitado de Jesús, mucho más decisivo que los textos acerca de las apariciones y desapariciones son los textos que muestran que Jesús claramente tenía un cuerpo fisico con «carne y huesos» (Lc 24: 39), con el cual podía comer y beber, partir el pan, preparar el desayuno, y ser tocado.
A diferencia de los textos sobre las apariciones y desapariciones de Jesús, estos no ofrecen la posibilidad de una explicación alternativa que niegue el cuerpo fisico de Jesús, Harris mismo concuerda en que en estos textos Jesús tenía un cuerpo con carne y huesos. Pero, ¿qué intentaban enseñar a los discípulos estas apariciones físicas si el cuerpo resucitado de Jesús no era definitivamente un cuerpo fisico?
NOTA: Comparar Lucas 24: 16, donde se dice que Jesús se acercó a sus discípulos en el camino a Emaús, pero que «no le reconocieron, pues sus ojos estaban velados». Si Dios pudo hacer que los ojos de los discípulos estuvieran parcialmente ciegos de modo que pudieron ver a Jesús, pero no reconocerlo, entonces no hay duda que unos pocos minutos más tarde el podía hacer que sus ojos estuvieran más ciegos para que pudieran verle para nada.
Las posibilidades son complejas y nuestro conocimiento demasiado limitado para insistir en que estos textos requieren que Jesús se hiciera no fisico.
14Harris dice que Jesús pasó por medio de una tumba sellada, según Mt. 28:2, 6, pero esos versículo pueden también querer decir fácilmente que la piedra fue retirada antes, y que entonces Jesús salió ( Lc. 24: 2). Asimismo, Juan 20:4-7 solo dice que las vendas y el sudario que habían envuelto el cuerpo de Jesús estaban allí donde antes habían dejado su cuerpo, pero eso no requiere que el cuerpo de Jesús pasara a través de las vendas y el sudario.
Puede significar sencillamente que Jesús (o un ángel) había retirado esas prendas y las había dejado cuidadosamente enrolladas. Hechos 10:40 dice que Jesús se hizo manifiesto o visible a testigos escogidos (es decir, ellos lo vieron), pero una vez más, no dice nada acerca de materializarse o ser inmaterial. En todos estos versículos, Aarhus parece estar sacando una gran conclusión de muy poca información.
Por último, aun si Jesús pasó a través de la puerta o de la pared (como muchos cristianos han concluido), esto no requiere que nosotros digamos que su cuerpo en forma acostumbrada era inmaterial, pero que puede ser bien explicado como un milagro especial o como una propiedad de los cuerpos resucitados que nosotros no comprendemos ahora, pero eso no requiere que sean no físicos O inmateriales.
Si Jesús se levantó de entre los muertos en el mismo cuerpo fisico con el que había muerto, y si apareció repetidas veces a los discípulos en ese cuerpo fisico, comiendo y bebiendo con ellos (Hch 10: 41) durante cuarenta días, y si ascendió al cielo en ese mismo cuerpo fisico (Hch 1: 9), y si el ángel inmediatamente dijo a los discípulos: «Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse» (Hch 1:11), entonces Jesús les estaba enseñando con claridad que su cuerpo resucitado era un cuerpo fisico.
Si la «forma habitual» de su cuerpo resucitado no era fisica, en estas repetidas apariciones físicas Jesús habría estado engañando a los discípulos (y a todos los subsiguientes lectores del Nuevo Testamento) y llevándoles a pensar a ellos (y a todos los subsiguientes lectores del Nuevo Testamento) que su cuerpo resucitado permanecía fisico cuando no era así. Si era un cuerpo que habitualmente no era físico y se iba a quedar de esa forma para siempre en la ascensión, hubiera sido muy engañoso que Jesús dijera: «Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo» (Lc 24: 39). Él no dijo: «carne y huesos, como ven que tengo temporalmente» Hubiera sido un gran error enseñar a los discípulos que tenía un cuerpo físico cuando en su forma habitual de existencia no lo tenía.
Si Jesús hubiera querido enseñarles que él podía materializarse y desmaterializarse a voluntad (como Harris sugiere), podía haberlo hecho fácilmente delante de sus ojos, de manera que ellos pudieran dejar constancia clara de este suceso. O podía haber pasado fácilmente a través de una pared mientras ellos observaban, en vez de aparecer de repente entre ellos.
En resumen, si Jesús y los autores del Nuevo Testamento hubieran querido enseñarnos que el cuerpo de resurrección no era fisico habitual y esencialmente, podían haberlo hecho, pero en vez de eso nos dejaron muchas claras indicaciones de que era fisico y material habitualmente, a pesar de que era un cuerpo perfeccionado, libre para siempre de la debilidad, la enfermedad y la muerte.
Por último, hay una consideración doctrinal más amplia. La resurrección física De Jesús, y su posesión eterna de un cuerpo de resurrección fisico, nos aporta una clara afirmación de la bondad de la creación material que Dios hizo originalmente:
«Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno» (Gn 1: 31). Nosotros, como hombres y mujeres resucitados, viviremos para siempre en «un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia» (2ª P 3: 13). Viviremos en una tierra renovada que «ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza» (Ro 8: 21) y se transformará como en un nuevo huerto del Edén.
Habrá una nueva Jerusalén y las personas «llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones» (Ap 21: 26), y allí habrá un «río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, y corría por el centro de la calle principal de la ciudad.
A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones» (Ap 22: 1-2). En este universo material y fisico, renovado, parece que tendremos que vivir como seres humanos con cuerpos físicos apropiados para la vida de la creación fisica renovada por Dios.
Específicamente, el cuerpo fisico de resurrección de Jesús afirma la bondad de la creación original del hombre por Dios no como un espíritu como los ángeles, sino como una criatura con cuerpo fisico que era «muy bueno». No debemos caer en el error de pensar que la existencia inmaterial es de alguna manera una forma de existencia mejor para las criaturas."
Cuando Dios nos creó como la cúspide de su creación, nos dio cuerpos físicos. Jesús se levantó de entre los muertos en un cuerpo fisico perfeccionado, y ahora reina en el cielo, y regresará para llevamos a nosotros con él para siempre.
3. EL PADRE Y EL HIJO PARTICIPARON EN LA RESURRECCIÓN.
Algunos textos afirman específicamente que el Padre levantó a Cristo de entre los muertos (Hch 2: 24; Ro 6:4; 1ª Co 6: 14; Gá 1:1; Ef 1: 20), pero otros textos presentan a Jesús participando en su propia resurrección. Jesús dice: «Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla.
Éste es el mandamiento que recibí de mi Padre» Jn 10: 17-18); 2: 19-21). Quizá la mejor conclusión es que tanto el Padre como el Hijo participaron En la resurrección." En verdad, Jesús dice: «Yo soy la resurrección y la vida» Jn 11:25; He 7: 16).
NOTA: El profesor Harris quiere también evitar este error, porque dice: (No puede haber dualismo entre el espíritu y la materia. Ningún escritor del Nuevo Testamento concibe la salvación del alma o espíritu con el mundo material visible abandonado en el olvido). No obstante, estoy preocupado que su posición puede llevar a otros a menospreciar el valor de la creación material y la bondad de nuestros cuerpos físicos como creación de Dios. las reflexiones sobre la participación del Padre y del Hijo en la resurrección.
Debido a que las obras de Dios son generalmente las obras de toda la Trinidad, es probablemente correcto decir que el Espíritu Santo estuvo también involucrado en la resurrección de Jesús, pero ningún texto de las Escrituras lo afirma de forma explícita (pero vea Ro. 8: 11).
4. EL SIGNIFICADO DOCTRINAL DE LA RESURRECCIÓN
A. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ASEGURA NUESTRA REGENERACIÓN:
Pedro dice que «por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva» (1ª P 1: 3). Aquí se relaciona explícitamente la resurrección de Jesús con nuestra regeneración o nuevo nacimiento.
Cuando Jesús se levantó de entre los muertos tenía una nueva calidad de vida, una «vida de resurrección» en un cuerpo y espíritu humanos que eran perfectamente apropiados para obediencia y compañerismo con Dios para siempre. En su resurrección, Jesús ganó para nosotros una vida nueva como la suya.
No recibimos todo lo de esa nueva «vida de resurrección» cuando nos hacemos cristianos, porque nuestros cuerpos permanecen como eran, sujetos todavía a la debilidad, el envejecimiento y la muerte. Pero en nuestro espíritu somos vivificados con el nuevo poder de la resurrección." De manera que es por medio de su resurrección que Jesús ganó para nosotros la nueva clase de vida que recibimos cuando «Nacemos de nuevo».
Esta es la razón por la que Pablo puede decir que Dios «nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó» (Ef 2: 5-6; Col 3:1).
Cuando Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, nos consideró en cierta forma resucitados «con Cristo» y, por tanto, merecedores de los méritos de la resurrección de Cristo. Pablo dice que su meta en la vida es «conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección»(Fil 3:10). Pablo sabía que aun en esta vida la resurrección de Cristo le daba un poder nuevo para el ministerio cristiano y la obediencia a Dios.
Pablo relaciona la resurrección de Cristo con el poder espiritual que obra dentro de nosotros cuando les dice a los creyentes efesios que está orando por ellos para que lleguen a conocer «cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales» (Ef. 1:19-20).
Pablo está diciendo aquí que el poder mediante el cual Dios levantó a Cristo de entre los muertos es el mismo poder que está obrando dentro de nosotros. Pablo además nos ve como resucitados en Cristo cuando dice:
«Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús» (Ro 6: 4, 11).
Este nuevo poder de la resurrección en nosotros incluye el poder de ser más que vencedores sobre el pecado que a un permanece en nosotros. «Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes» (Ro 6: 14; 1ª Co 15: 17), aunque nunca seremos perfectos en esta vida. Este poder de la resurrección incluye también el poder para ministrar en la obra del reino.
Fue después de su resurrección que Jesús prometió a sus discípulos: «Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1: 8).
Este poder nuevo e intensificado para proclamar el evangelio, realizar milagros y triunfar sobre la oposición del enemigo fue dado a los discípulos después de la resurrección de Cristo y era parte del nuevo poder de resurrección que caracterizaba su vida cristiana.
B. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ASEGURA NUESTRA JUSTIFICACIÓN.
Solo en un pasaje relaciona Pablo explícitamente la resurrección de Cristo con nuestra justificación (o la declaración de que ya no somos culpables sino justos delante de Dios).l9 Pablo dice que Jesús «fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación» (Ro 4:25).
Cuando Cristo resucitó, esa fue la declaración de Dios de aprobación de la obra de redención de Cristo. Porque Cristo «se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, Y muerte de cruz!« (Fil 2: 8) y «por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo» (Fil 2: 9). Al resucitar a Cristo, Dios el Padre estaba en efecto diciendo que aprobaba la obra de Cristo de sufrimiento y de muerte por nuestros pecados, de que su tarea estaba consumada, y que ya no había ninguna necesidad de que Cristo permaneciera muerto.
Ya no quedaba penalidad que pagar por el pecado, ya no había que cargar más con la ira de Dios, ya no había más culpa ni deuda que pagar: todo había quedado completamente pagado, y no quedaba ninguna culpa. Dios estaba diciendo mediante la resurrección: «Apruebo lo que se ha hecho, y tú eres bien recibido en mi presencia».
Esto explica cómo Pablo puede decir que Cristo «resucitó para nuestra justificación» (Ro 4:25). Si Dios «en unión con Cristo Jesús ... nos resucitó» (Ef. 2: 6), entonces, en virtud de nuestra unión con Cristo, la declaración de aprobación divina de Cristo es también su declaración de que nos aprueba a nosotros.
Cuando el Padre en esencia dijo a Cristo: «Todo el castigo por los pecados ya está pagado y ya no eres culpable sino justo a mis ojos», estaba haciendo una declaración que aplicaría también a nosotros cuando confiáramos en Cristo para salvación. De esta manera la resurrección de Cristo aporta una prueba final de que él había ganado nuestra justificación.
C. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ASEGURA QUE NOSOTROS TAMBIÉN RECIBIREMOS CUERPOS PERFECTOS DE RESURRECCIÓN:
El Nuevo Testamento relaciona varias veces el cuerpo de resurrección de Jesús con nuestra resurrección corporal final. «Con su poder Dios resucitó al Señor, y nos resucitará también a nosotros» (1ª Co 6: 14). Asimismo, «aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con él y nos llevará junto con ustedes a su presencia» (2ª Co 4: 14). Pero la reflexión más amplia sobre las relaciones entre la resurrección de Cristo y la nuestra la encontramos en 1ª Corintios 15: 12-58.
 Pablo nos dice allí que Cristo «ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron» (1ª Co 15: 20). Al llamar a Cristo las «primicias» (gr. aparche), el apóstol usa una metáfora de la agricultura para indicar que seremos como Cristo. Así como las «primicias» o los primeros frutos de la cosecha madura muestran que el resto de la misma será igual, Cristo como las «primicias» muestra cómo serán nuestros cuerpos de resurrección cuando, en la última «cosecha» de Dios, nos levante de entre los muertos y nos lleve a su presencia.
Después de la resurrección de Jesús, él todavía tenía en sus manos y pies las señales de los clavos y la herida de la lanza en el costado Gn 20: 27. Las personas algunas veces se preguntan si eso indica que las cicatrices de heridas graves que hemos recibido en esta vida permanecerán en nuestros cuerpos resucitados.
La respuesta es que probablemente no tendremos ninguna cicatriz de las heridas o golpes que hayamos recibido en esta vida, sino que nuestros cuerpos serán perfectos, «incorruptibles» y resucitados «en gloria». Las cicatrices de la crucifixión de Cristo son únicas porque son un recuerdo eterno de sus sufrimientos y muerte por nosotros.
El hecho que él retuviera esas cicatrices no significa necesariamente que nosotros retendremos las nuestras. Por el contrario, todos seremos sanados, y seremos perfectos y completos.
NOTA. Para un estudio más detallado de la naturaleza de nuestros cuerpos resucitados.
En realidad, las evidencias de los muchos golpes y latigazos que le dieron a Jesús y la consecuente desfiguración sufrida antes de su crucifixión estaban todas probablemente sanadas, y solas las señales en sus manos, pies, y costado permanecían como testimonio de su muerte por nosotros. Jesús fue resucitado «en gloria» (1ª Co 15: 43), no es una desfiguración horrible cuando apenas acababa de regresar a la vida.
5. EL SIGNIFICADO ÉTICO DE LA RESURRECCIÓN.
Pablo ve también que la resurrección tiene aplicación a nuestra obediencia a Dios en esta vida. Después de una larga reflexión sobre la resurrección, Pablo concluye animando a sus lectores: (Por lo tanto mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre En la obra del Señor, consientes de que la obra en el Señor no es en vano) (1ª Co 15: 589.
Es porque Cristo resucito de entre los muertos, y que nosotros también seremos resucitados, que nos sentimos animados a continuar firmes en la obra del Señor. Eso es debido a que todo lo que hacemos para llevar a las personas al reino de Dios y edificarlas teniendo significado y valor eterno, porque todos seremos resucitados en dia cuando Cristo regrese, y viviremos para siempre con Él.
Segundo, Pablo nos anima a que cuando pensemos en la resurrección nos enfoquemos en la futura recompensa celestial, nuestra meta. Él ve la resurrección como un tiempo cuando todas nuestras luchas en la vida serán recompensadas.
Pero si Cristo no ha resucitado y no hay resurrección, vuestra fe es (ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo. Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seriamos los más desdichados de todos los mortales) (1ª Co 15: 17-19, 32). Pero debido a que Cristo ha resucitado, y nosotros hemos sido resucitados con Él, podemos esperar una recompensa celestial y fijar nuestra mente en los asuntos del cielo:
Ya Que Han Resucitado Con Cristo, Busquen Las Cosas De Arriba, Donde Esta Cristo Sentado A La Derecha De Dios. Concentren Su Atención En Las Cosas De Arriba, No En Las De La Tierra, Pues Ustedes Han Muerto Y Sus Vidas Están Escondidas Con Cristo En Dios. Cuando Cristo, Que Se La Vida De Ustedes, Se Manifieste, Entonces También Ustedes Serán Manifestados Con Él En Gloria. (1ª Co 3. 1-4).
Una tercera aplicación ética de la resurrección es la obligación de dejar de ceder al pecado en nuestra vida. Cuando Pablo dice 8tambien ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús) por virtud de la resurrección de Cristo y del poder de la resurrección dentro de ustedes (Rom 6: 11), sigue inmediatamente para decir: (Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal. No ofrezcan sus miembros de su cuerpo al pecado) (Rom 6: 12-13).
Pablo usa el hecho de que contamos con este nuevo poder de la resurrección para contra restar el dominio del pecado en nuestra vida como una nueva razón para exhortarnos a no pecar.

B. LA ASCENCIÓN AL CIELO

1. Cristo ascendió a un lugar. Después de su resurrección, Jesús continuo en la tierra durante cuarenta días (Hech 1. 3), y luego se encamino co sus discípulos a Betania a las afueras de Jerusalén, y (allí alzo las manos y los bendijo. Sucedió que mientras los bendecía, se alejo de ellos y fue llevado al cielo) (Luc 24. 50-54) Lucas también nos deja constancia de esta experiencia en la sección introductoria.
Mientras Él Se Alejaba. De Repente, Se Les Acercaron Dos Hombres Vestidos De Blanco, Que Les Dijeron: «Galileos, ¿Qué Hacen Aquí Mirando Al Cielo? Este Mismo Jesús, Que Ha Sido Llevado De Entre Ustedes Al Cielo, Vendrá Otra Vez De La Misma Manera Que Lo Han Visto Irse». (Hch 1: 9-11)
Estas narraciones describen un suceso que tienen la clara intención de mostrar a los discípulos que Jesús fue a un lugar. Él no desapareció repentinamente de entre ellos, y nunca más 10 volvieron a ver, sino que ascendió gradualmente mientras ellos estaban mirando, y entonces una nube (al parecer la nube de la gloria de Dios).
Lo ocultó de su vista. Pero los ángeles inmediatamente dijeron que él volvería en la misma manera en que había ido al cielo. El hecho de que Jesús tuviera un cuerpo de resurrección que estaba sujeto a las limitaciones espaciales (podía estar solo en un lugar a la vez) significa que Jesús fue a alguna parte cuando ascendió al cielo.
Es sorprendente que incluso algunos teólogos evangélicos titubean en afirmar que el cielo es un lugar o que Jesús ascendió a un lugar definido en alguna parte en el universo de espacio-tiempo. Hay que reconocer que no podemos ver ahora dónde está Jesús, pero eso no es porque él pasara a algún «estado de ser» etéreo que no tiene localización para nada en el universo de espacio-tiempo, sino más bien debido a que nuestros ojos no son capaces de ver el mundo espiritual invisible que existe a todo nuestro alrededor.
Hay ángeles a nuestro alrededor, pero nosotros no podemos verlos debido a que nuestros ojos no tienen esa capacidad. Eliseo estaba rodeado de un ejército de ángeles y carros de fuego para su protección de los sirios en Dotán, pero el siervo de Eliseo no pudo ver los ángeles hasta que Dios le abrió los ojos a fin de que pudiera ver las cosas que existían en aquella dimensión espiritual(2ª R 6: 17).
Asimismo, cuando Esteban estaba muriendo, Dios le dio la habilidad especial de ver el mundo que está ahora oculto de nuestros ojos, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios; y él «fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. ¡Veo el cielo abierto exclamó-, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!» (Hch 7: 55-56). Y el mismo Cristo dijo: «En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Vaya prepararles un lugar.
Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté» Jn 14: 2-3).Por supuesto, no podemos decir ahora con exactitud dónde está el cielo. Las Escrituras a veces hablan de personas que ascienden al cielo (como Jesús lo hizo, y Elías), o que descienden del cielo (como los ángeles en el sueño de Jacob, Gen 28: 12), de manera que tenemos justificación para pensar que cielo es un lugar en alguna parte «arriba» de la tierra.
Sabemos que la tierra es redonda y gira sobre sí misma, de modo que no sabemos con precisión dónde está el cielo, las Escrituras no nos lo dicen. Pero como se hace hincapié repetidas veces en el hecho de que Jesús fue a alguna parte (como lo hizo Elías, 2ª R 2: 11, y en que la nueva Jerusalén descenderá del cielo de Dios (Ap 21: 2), todo parece indicar que hay una localización clara del cielo en el universo de espacio-tiempo.
Los que no creen en las Escrituras pueden burlarse de esa idea y se preguntan cómo puede ser eso, como le sucedió al primer cosmonauta ruso cuando regresó de su viaje por el espacio y declaró que no había visto a Dios ni el cielo en ninguna parte, pero eso simplemente hablaba de la ceguedad de sus ojos hacia el mundo espiritual invisible; no indica que el cielo no exista en un cierto lugar.
De hecho, la ascensión de Jesús al cielo tiene el propósito de enseñamos que el cielo existe en alguna parte en el universo de espacio-tiempo. (Vea el capítulo 57 para un estudio más completo de la naturaleza del cielo.)
2. CRISTO RECIBIÓ COMO DIOS-HOMBRE UNA GLORIA Y HONRA QUE NO HABÍA TENIDO ANTES.
Cuando Jesús ascendió al cielo recibió gloria, honor y autoridad que nunca había tenido antes como alguien que era tanto Dios como hombre. Antes de morir, Jesús oró diciendo: «y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera» Gn 17: 5).
En su sermón de Pentecostés, Pedro dijo que Jesús fue «exaltado por el poder de Dios» (Hch 2: 33), y Pablo declaró que «Dios lo exaltó hasta lo sumo» (Fil 2: 9), y que fue «recibido en la gloria» (1ª Ti 3: 16; He 1: 4). Cristo está ahora en el cielo y los coros angelicales le alaban: «Cantaban con todas sus fuerzas: "¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!"» (Ap 5: 12).23
3. CRISTO ESTÁ SENTADO A LA MANO DERECHA DE DIOS.
Un aspecto específico de la ascensión de Cristo al cielo y de recibir honra fue el hecho que se sentó a la mano derecha de Dios. Esto es lo que a veces se llamaba en el inglés antiguo su sesión a la diestra de Dios.
El Antiguo Testamento predijo que el Mesías se sentaría a la mano derecha de Dios: «Así dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies"» (Sal 110: 1). Cuando Cristo marchó de regreso al cielo recibió el cumplimiento de la promesa: «Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas» (He 1: 3).
Este recibimiento en la presencia de Dios y el sentarse a la diestra de Dios es una dramática indicación de que Cristo había completado la obra de la redención. Así como un ser humano se sienta a la terminación de una gran tarea para disfrutar de la satisfacción de haberla llevado a cabo, Jesús se sentó a la mano derecha de Dios, demostrando visiblemente que había consumado su obra de redención.
Además de mostrar la consumación de la obra de redención de Cristo, el acto de sentarse a la diestra de Dios es una indicación de que recibió autoridad sobre todo el universo. Pablo dice que Dios «lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero» (Ef 1 :20-21).
Del mismo modo, Pedro dice que Jesús «subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios [y que] los ángeles, las autoridades y los poderes [le están sometidos]» (1ª P 3: 22). Pablo también alude al Salmo 110:1 cuando dice: «Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies» (1ª Co 15: 25).
Un aspecto adicional de la autoridad que Cristo recibió del Padre cuando se sentó a su mano derecha fue la autoridad de derramar el Espíritu Santo sobre la iglesia. Pedro dice en el día de Pentecostés: «Exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen» (Hch 2: 33).
El hecho de que Jesús está ahora sentado a la mano derecha de Dios en el cielo no quiere decir que está perpetuamente fijo en esa posición y que está inactivo.
También le vemos «de pie a la derecha de Dios» (Hch 7: 56) y caminando entre los siete candelabros de oro en el cielo (Ap 2: 1). Del mismo modo que un rey humano se sienta en el trono real en su ascensión al trono, pero luego participa en otras muchas actividades a lo largo del día, también el que Cristo esté sentado a la diestra de Dios es una evidencia clara de la consumación de su obra redentora, pero también sin duda alguna participa en otras actividades en el cielo.
NOTA: Este versículo muestra que la gloria que Jesús recibió le había pertenecido antes como el eterno Hijo de Dios, pero que no le había pertenecido antes de su forma encamada como Dios-hombre.
Algunos teólogo luteranos han dicho también que cuando Jesús ascendió al cielo, su naturaleza humana se hizo ubicua (presente en todas partes). Vea las consideraciones al respecto en este estudio.
La palabra session significaba en el inglés antiguo «el acto de sentarse", pero ya no tiene ese sentido en el inglés común de hoy.
4. LA ASCENSIÓN DE CRISTO TIENE IMPORTANCIA DOCTRINAL PARA NUESTRA VIDA.
Así como la resurrección tiene profundas implicaciones para nuestra vida, la ascensión de Cristo también tiene importantes implicaciones para nosotros.
Primera, puesto que estamos unidos con Cristo en cada aspecto de su obra redentora, la ida de Cristo al cielo anuncia nuestra futura ascensión al cielo con él. «Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontramos con el Señor en el aire.
Y así estaremos con el Señor para siempre» (1 Ts 4: 17). El autor de Hebreos quiere que corramos la carrera de la vida con el conocimiento de que vamos siguiendo las pisadas de Jesús y al final llegaremos a las bendiciones de la vida en el cielo que él está ahora disfrutando: «Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios» (He 12: 1-2). Y Jesús mismo dice que un día nos llevará a donde él está Gn 14: 3).
Segundo, la ascensión de Jesús nos da seguridad de que nuestro hogar definitivo estará en el cielo con él. «En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Vaya prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté» Gn 14: 2-3).
Jesús era un hombre como nosotros en todo sentido, pero sin pecado, y él ha ido por delante de nosotros para que al final podamos seguirle allí y vivir con él para siempre. El hecho de que Jesús ya ha ascendido al cielo y ha alcanzado la meta que tenía propuesta nos da a nosotros una gran seguridad de que al final nosotros' también iremos allí.
Tercera, debido a nuestra unión con Cristo en su ascensión, nosotros somos también capaces de compartir ahora (en parte) la autoridad de Cristo sobre el universo, y más tarde lo compartiremos de forma más completa. Esto es lo que Pablo indica cuando dice: «Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales» (Ef. 2:6).
No estamos, por supuesto, físicamente presentes en el cielo, porque todavía permanecemos en la tierra en el presente.
Pero si la presencia de Cristo a la diestra de Dios se refiere a haber recibido autoridad, entonces el hecho de que Dios nos haya hecho sentamos con Cristo significa que participamos en alguna medida en la autoridad que Cristo tiene, autoridad para luchar «contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales» (Ef. 6: 12; vv. 10-18) y luchar con armas que «tienen el poder divino para derribar fortalezas» (2ª Co 10:4).
Esta participación en la autoridad de Cristo sobre el universo será nuestra más plenamente en la era venidera: «¿No saben que aun a los ángeles los juzgaremos?» (1ª Co 6: 3). Además, participaremos en la autoridad de Cristo sobre la creación de Dios (He 2: 5-8):6Jesús promete: «Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones -así como yo la he recibido de mi Padre y él las gobernará con puño de hierro; las hará pedazos como a vasijas de barro» (Ap 2:26-27).
También promete: «Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono» (Ap 3:21). Estas son promesas asombrosas de nuestra futura participación en sentamos con Cristo a la mano derecha de Dios, promesas que no entenderemos completamente hasta el siglo venidero.

C. ESTADOS DE CRISTO JESÚS

Al hablar de la vida, muerte y resurrección de Cristo, los teólogos han hablado a veces acerca de los «estados de Cristo Jesús». Mediante esta expresión se refieren a las diferentes relaciones que Jesús tuvo con la ley de Dios para la humanidad, a la posesión de autoridad y a recibir honra y gloria para sí.
Generalmente se distinguen dos estados: La humillación y la exaltación. De forma que la doctrina del «estado doble de Cristo» es la enseñanza de que Cristo experimentó primero un estado de humillación y después un estado de exaltación.
Dentro de la humillación de Cristo están incluidos su encamación, sufrimiento, muerte y sepultura. A veces se incluye un quinto aspecto, el descenso al infierno, pero como explicamos anteriormente, la posición que hemos tomado en este libro es que las Escrituras no apoyan ese concepto.
En la exaltación de Cristo, hay también cuatro aspectos: Su resurrección, ascensión al cielo, el sentarse a la diestra de Dios y su regreso en gloria y poder. Muchas obras de teología sistemática usan el estado de humillación y el estado de exaltación como categorías amplias para organizar su estudio de la obra de Cristo Jesús.
NOTA: Vea el estudio de He. 2:5-8.
Aunque este es un método útil de organización, no lo he usado en este libro. Sin embargo, todos los tópicos incluidos en el estudio de estos dos estados han sido cubiertos en este y otros capítulos de este libro Para un estudio más detallado, vea W. Grudem, «Estados de Cristo Jesús», EDT, 28 : RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Al leer este capítulo, ¿qué aspectos de la enseñanza de la Biblia acerca de un cuerpo de resurrección fueron nuevos para usted? ¿Puede usted pensar en algunas características del cuerpo de resurrección que usted también espera y desea? ¿Cómo le hace sentirse el pensamiento de tener un cuerpo así?
2. ¿Qué cosas le gustaría hacer ahora pero se encuentra incapacitado para hacerlas por causa de debilidades o limitaciones en su propio cuerpo fisico? ¿Piensa usted que estas actividades serían apropiadas para su vida en el cielo? ¿Podrá entonces hacerlas allá?
3. Cuando usted nació de nuevo, recibió nueva vida espiritual. Si piensa que esta nueva vida espiritual es parte del poder de la resurrección de Cristo que obra dentro de usted, ¿cómo le da esto ánimo para vivir la vida cristiana y ministrar a las personas en sus necesidades?
4. La Biblia dice que estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales (Ef. 2: 6). Al meditar en este hecho, ¿cómo afectará su vida de oración y su participación en la guerra espiritual en contra de fuerzas demoníacas?
5. Cuando piensa que Cristo ahora está en el cielo, ¿le ayuda esto a enfocar más su atención en las cosas que tienen significado eterno? ¿Aumenta esto su seguridad de que un día usted estará con él en el cielo? ¿Cómo se siente acerca de la posibilidad de reinar con Cristo sobre las naciones y sobre los ángeles?
TÉRMINOS ESPECIALES
Ascensión, cuerpo espiritual, estados de Cristo Jesús, exaltación de Cristo, humillación de Cristo, incorruptible, resucitado en gloria, resucitado en poder, resurrección, sentado a la diestra de Dios
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR

1ª Corintios 15: 20-23: Lo Cierto Es Que Cristo Ha Sido Levantado De Entre Los Muertos, Como Primicias De Los Que Murieron. De Hecho, Ya Que La Muerte Vino Por Medio De Un Hombre, También Por Medio De Un Hombre Viene La Resurrección De Los Muertos. Pues Así Como En Adán Todos Mueren, También En Cristo Todos Volverán A Vivir, Pero Cada Uno En Su Debido Orden: Cristo, Las Primicias; Después, Cuando Él Venga, Los Que Le Pertenecen.