¿CÓMO ERA EL CUERPO RESUCITADO DE CRISTO? ¿EN QUÉ ES ESO SIGNIFICATIVO PARA NOSOTROS? ¿QUÉ LE SUCEDIÓ A CRISTO CUANDO ASCENDIÓ AL CIELO? ¿QUÉ SE QUIERE DECIR CON ESTADOS DE CRISTO JESÚS?
EXPLICACIÓN Y BASES
BÍBLICAS
A. LA RESURRECCIÓN
1. LA EVIDENCIA DEL NUEVO TESTAMENTO.
Los
evangelios contienen un testimonio abundante sobre la resurrección de Cristo
(vea Mt 28: 1-20; Mr 16: 1-8; Lc 24: 1-53; Juan 20:1-21:25). Además de estas
narraciones detalladas en los cuatro evangelios, el libro de Hechos es la
historia de la proclamación de la resurrección de Cristo por parte de los
apóstoles y su oración continua a Cristo y confianza en él como alguien que
está vivo y reina en el cielo.
Las
epístolas dependen por completo de la suposición de que Jesús es un Salvador
vivo y reinante que está ahora exaltado como Cabeza de la iglesia, y que merece
que se confíe en él y se le alabe y le adore y quien un día regresará en poder
y gran gloria para reinar como Rey sobre la tierra. El libro de Apocalipsis
muestra repetidas veces al Cristo resucitado que reina en el cielo y predice su
regreso para conquistar a sus enemigos y reinar en gloria. De modo que todo el
Nuevo Testamento da testimonio de la resurrección de Cristo.
NOTA: Los argumentos históricos a favor de la
resurrección de Cristo son sustanciales y han convencido a muchos escépticos
que empezaron a examinar las evidencias con el propósito de desacreditar la
resurrección. La experiencia mejor conocida de alguien que pasa del
escepticismo a la fe es Frank Morison, Who Moved the Stond (Faber and Faber,
Londres, 1930; reimpreso en Zondervan, Grand Rapids, 1958.
2. LA NATURALEZA DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.
La
resurrección de Cristo no fue simplemente salir de entre los muertos, como
otros, como Lázaro Gn 11: 1-44),10 habían experimentado antes, porque entonces
Jesús hubiera estado sujeto a la debilidad y al proceso de envejecimiento y al
final habría muerto como sucede con todos los demás seres humanos. Más bien, cuando
se levantó de entre los muertos fue «primicias»2 (1ª Co 15:20, 23) de una nueva
clase de vida humana, una vida en la que su cuerpo era perfecto, y ya no estaba
sujeto a la debilidad, el envejecimiento y la muerte, sino capacitado para
vivir eternamente.
Es
verdad que dos de los discípulos de Jesús no le reconocieron cuando él se puso
a caminar con ellos en el camino a Emaús (Lc 24: 13-32), pero Lucas dice
específicamente que esto fue debido a que «sus ojos estaban velados» (Lc 24:
16), y más tarde «se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (Lc 24: 31).
María Magdalena no lo reconoció de primer momento Gn 20: 14-16), pero quizá era
todavía muy oscuro y al principio no estaba mirándolo. Había llegado la primera
vez «cuando todavía estaba oscuro» Gn 20: 1), y «se volvió» para hablar con
Jesús una vez que lo hubo reconocido Gn 20: 16).
En las
otras ocasiones parece que los discípulos reconocieron a Jesús con bastante
rapidez (Mt 28:9, 17;Jn 20:19-20,26-28; 21:7, 12). Cuando Jesús se apareció a
los once discípulos en Jerusalén, estos inicialmente se asombraron y se
sobresaltaron (Lc 24: 33,37), pero cuando vieron las manos y los pies de Jesús
y le vieron comer un pedazo de pescado, se convencieron de que había
resucitado.
Estos
ejemplos indican que había un grado considerable de continuidad entre la
apariencia fisica de Jesús antes de su muerte y después de la resurrección. No
obstante, a Jesús no se le veía exactamente como él había sido antes de morir,
porque además del asombro inicial de los discípulos ante lo que ellos
aparentemente no pensaron que podía ocurrir, había probablemente suficiente
diferencia en su apariencia física para que Jesús no fuera reconocido de forma
inmediata.
Quizá
la diferencia en apariencia fuera solo la diferencia entre un hombre que había
vivido una vida de sufrimiento, dificultades y dolor, y la de alguien cuyo
cuerpo había sido restaurado a la plena apariencia juvenil de la salud
perfecta. Aunque el cuerpo de Jesús era todavía un cuerpo fisico, era un cuerpo
resucitado y transformado, que nunca más estaría sujeto al sufrimiento, a la
debilidad ni a la muerte, revestido de «inmortalidad» (1ª Co 15: 53). Pablo
dice que el cuerpo es resucitado en «incorrupción en gloria en poder un cuerpo
espiritual» (1ª Ca 15: 42-44).'
El
hecho de que Jesús tuviera un cuerpo fisico que se podía tocar y ver funcionar
después de la resurrección lo vemos en que los discípulos «le abrazaron los
pies» (Mt 28: 9), en que se apareció a los discípulos en el camino a Emaús como
cualquier otro viajero que iba de camino (Lc 24: 15-18,28-29), en que tomó pan
y lo partió (Lc 24: 30), en que comió un pedazo de pescado asado para demostrar
que tenía un cuerpo fisico y no era simplemente un espíritu, en que María pensó
que él era el hombre que cuidaba el huerto (Jn 20:15), en que «les mostró las
manos y el costado» (Jn 20: 20), en que invitó a Tomás a que tocara sus manos y
su costado (Jun. 20: 27), en que preparó el desayuno para sus discípulos (Jn
21: 12-13), y en que explícitamente les dijo: «Miren mis manos y mis pies.
NOTA: Vea el estudio de la palabra «primicias» abajo.
Por «cuerpo espiritual» Pablo no está refiriéndose
a algo «inmateria1», sino más bien «apropiado y capacitado para responder a la
dirección del Espíritu». En las epístolas paulinas, la palabra «espiritual»
(gr. pneumatikos) rara vez significa «no fisico», sino más bien «consistente
con el carácter y la actividad del Espíritu Santo» (vea, p. ej. Ro. 1: 11; 7:
14; 1ª Co. 2: 13,15; 3:1; 14:37; Gá, 6:1 [(ustedes que son espirituales); (Ef.
5: 19). Algunas traducciones de la Biblia dicen: «se siembra un cuerpo fisico,
resucitará cuerpo espiritual» y esto se presta a equivocaciones, porque Pablo
no usó la palabra que tenía a mano si hubiera querido hablar de un cuerpo
fisico (gr. somátikos), sino que usó la palabra psychikos, que significa, en
este contexto, «natural», es decir, un cuerpo que está viviendo su propia vida
y según sus fuerzas y en las características del presente siglo, pero que no
está completamente sometido ni vive en conformidad con el carácter y la
voluntad del Espíritu Santo.
Por tanto, una paráfrasis más clara sería: «Se
siembra un cuerpo natural sujeto a las características y deseos de este siglo,
gobernado por su propia voluntad pecaminosa, pero resucita un cuerpo
espiritual, sujeto completamente a la voluntad de Espíritu Santo y que responde
a la dirección del Espíritu». Un cuerpo así no es para nada «no mico», sino que
es un cuerpo fisico resucitado con el grado de perfección que era la intención
original de Dios.
¡Soy
yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que
los tengo yo» (Lc 24:39). Pedro dijo que los discípulos «comimos y bebimos con
él después de su resurrección» (Hch 10:41).
Es
cierto que según parece Jesús podía aparecer y desaparecer de la vista de forma
repentina (Lc 24: 31, 36; Jn 20: 19,26). Pero debiéramos ser cuidadosos y no
sacar demasiadas conclusiones de este hecho, porque no todos los pasajes
afirman que Jesús podía aparecer o desaparecer repentinamente; algunos solo
dicen que Jesús llegó y estuvo entre los discípulos.
Cuando
Jesús de repente desapareció de la vista de los discípulos en Emaús, este puede
haber sido un suceso milagroso especial, tal como ocurrió cuando «el Espíritu
del Señor se llevó de repente a Felipe y «el eunuco no volvió a verlo» (Hch 8:
39).
Tampoco
debiéramos sacar demasiadas conclusiones del hecho de que Jesús llegó y estuvo
entre los discípulos en dos ocasiones cuando las puertas estaban «cerradas» (Jn
20: 19,26), porque ningún texto dice que Jesús pasó a través de las paredes ni
nada parecido. En realidad, en otra ocasión en el Nuevo Testamento cuando
alguien necesitó pasar a través de una puerta cerrada, la puerta milagrosamente
se abrió (vea Hch 12: 10).
Murray
Harris ha propuesto recientemente otra posible interpretación de los versículos
citados arriba, especialmente los versículos que hablan de que Jesús apareció y
desapareció en diferentes momentos. Dice que estos versículos muestran que
mientras Jesús podía a veces materializarse en un cuerpo fisico, su existencia
acostumbrada era en una forma inmaterial o no corporal de su «cuerpo
espiritual».
Además,
cuando él ascendió al cielo después de cuarenta días, dejó permanentemente toda
materialización en un cuerpo fisico. Harry dice:
La Resurrección De Jesús No Consistió En Su Transformación En Un Cuerpo
Inmaterial Sino En La Adquisición De Un «Cuerpo Espiritual» El Cual Podía
Materializarse O Desmaterializarse A Voluntad. Cuando, En Ocasiones, Jesús
Escogió Aparecer A Varias Personas En Forma Material, Aquel Era En Realidad El
«Cuerpo Espiritual» De Jesús Como Cuando No Era Visible O Tangible. Después De
Cuarenta Días, Cuando Terminaron Sus Apariciones En La Tierra, Jesús Asumió La
Forma Única De Ser Visible Para Los Habitantes Del Cielo, Pero Teniendo Un Cuerpo
No Corporal. En Su Estado De Resucitado Transcendía Las Leyes Normales De La
Existencia Fisica. Ya No Estaba Sujeto A Limitaciones Materiales Ni Espaciales:
NOTA: El participio perfecto griego kekleismenon
puede significar que las puertas estaban «cerradas» o que ellos estaban
«encerrados».
No deseo argumentar que es imposible que e! cuerpo
de resurrección de Jesús pasara de alguna manera por la puerta o por la pared
para entrar en e! cuarto, solo digo que ningún versículo en la Biblia dice eso.
Es posible, pero esa posibilidad no merece e! estado de una conclusión firme
que ya ha llegado a ser parte de alguna predicación popular y mucha erudición
evangélica, es solo una posible inferencia de estos versículos, entre varias.
Lean Morris dice: «Algunos sugieren que Jesús pasó
a través de la puerta cerrada, o que la puerta de abrió por sí misma o algo
parecido. Pero las Escrituras no dicen nada sobre la forma en que Jesús entró
en e! cuarto y nosotros haríamos bien en no intentar dar tampoco una definición»
(The Gospel Accordingto John, p. 844). El problema con una afirmación sobre que
Jesús pasó a través de las pare es que puede llevar a las personas a pensar del
cuerpo resucitado de Jesús como algo inmaterial y eso es contrario a las
afirmaciones explícitas de! material que tenemos en los textos del Nuevo
Testamento.
Es
importante darse cuenta que Harris afirma definidamente la resurrección física
y corporal de Jesús de entre los muertos. Dice que el mismo cuerpo que murió
también resucitó, pero fue transformado en un (cuerpo espiritual» Con nuevas
propiedades.
En
respuesta, aunque no considero que esto sea Una cuestión doctrinal de mayor
importancia (puesto que es solo un asunto acerca de la naturaleza del cuerpo
resucitado, sobre lo cual sabemos muy poco en el tiempo presente): pienso, no
obstante, que el Nuevo Testamento nos provee de una evidencia persuasiva que
nos llevaría a diferir del punto de vista de Harris. Este está de acuerdo en
que en varias Ocasiones Jesús tenía Un cuerpo fisico que podía tomar alimento y
ser tocado y que tenía carne y huesos.
Está
incluso de acuerdo en que en la ascensión de Jesús al cielo, «fue un Jesús de
"carne y huesos" (Lc 24: 39) el que fue llevado arriba delante de los
ojos de sus discípulos». La única cuestión es si el cuerpo de Jesús existió en
otros momentos en Una forma inmaterial, no corporal, como Harris afirma. Para
responder a eso, tenemos que preguntar si los textos del Nuevo Testamento
acerca de las apariciones y desapariciones de Jesús requieren esa conclusión.
No parece que sea así.
Lucas
24: 31, que dice que después de que Jesús tomó pan, lo partió y se lo dio a sus
dos discípulos, «pero él desapareció», no requiere eso. La expresión griega que
se usa aquí y que se traduce «desaparecer» (afantos egeneto) na la encontramos
en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, pero cuando se halla en Diodoro
Siculo (un historiador que escribió entre los años 60-30 A.C.) se emplea una
vez de un hombre llamado Amfiaraus quien, con su carro, cayó en Un abismo y
«desapareció de la vista», y esa misma expresión se usa en otro lugar para
hablar acerca de Atlas que fue arrastrado por los vientos de la cima de un
monte y «desapareció».
En
ninguno de los casos la expresión significa que la persona se hizo inmaterial o
aun invisible, sino solo que fue trasladada a un lugar oculto de la vista de
los demás. Así que en Lucas 24:31 todo lo que podemos concluir es que los
discípulos no siguieron viendo a Jesús; quizá el Espíritu del Señor se lo llevó
(como con Felipe en Hechos 8:39), o quizá quedó oculto de nuevo de su vista
(como con Moisés y Elías en el monte de la transfiguración, Mt 17:8, o como con
el ejército celestial alrededor de Eliseo, 2ª R 6: 17, o [aparentemente] como
con los discípulos que pasaron por delante de los guardias de la prisión en
Hechos 5:19-23; 12:6, 10).
NOTA: Murray Harris, From
Grave to Glory: Resurrection in the New Testament (Zondervan, Grand Rapids,
1990), pp. 142-43.
Vea Harris, Ibíd, pp. 351 Y353 (donde él de forma
inequívoca) afirma (la resurrección literal y fisica de Jesús de los muertos) y
p. 365 «Soy feliz en afirmar que nuestro Señor se levantó de la tumba en el
cuerpo fisico real que Él poseyó antes de su muerte»).
ÉI no entiende que «espiritual» signifique (no
físico), sino más bien .animado y guiado por el espíritu» (o posiblemente
«Espíritu»), p. 195.
Vea el amplio informe acerca del punto de vista de
Harris y los que lo han criticado (a veces no lo han tergiversado) en CT, 1
abril 1993, pp. 162-63. Norman Geisler y otros han acusando a Harris de enseñar
graves herejías, pero en este articulo,]. 1. Packer dice que «tanto Harris como
Geisler parecer ser ortodoxos, y los dos lo son igualmente» (pp. 64-65). Un
informe de parte de otros tres teólogos evangélicos. Millard Ericsson, Bruce
Demarest y
Roger Nicole, dice que los puntos de vista de
Harris son «algo novedosos» pero que son compatibles con la posición doctrinal
[del Trinity Evangelical Divinity School, donde Harris enseña, y] del amplio
movimiento evangélico. (p. 63).
Otra ocasión en que aparece la palabra aphantos y
tiene un sentido similar: Plutarco (50-120 d.C.) informa que hay un «centro» de
la tierra o del océano que «es conocido de los dioses, pero que está oculto
(aphantos) de los mortales» (Moralia 409F). El sentido no es «inmaterial) sino
«oculto» de la vista, no visible.
En
ningún caso necesitamos sacar la conclusión que el cuerpo fisico de Jesús se
hizo no fisico, como tampoco necesitamos sacar la conclusión que los cuerpos de
los discípulos se hicieron inmateriales cuando pasaron por delante de los
guardas (Hch 5: 23; 12: 10) y escaparon de la cárcel. Del mismo modo, Lucas 24:
31 no dice que sucediera alguna transformación en el cuerpo de Jesús;
simplemente dice que los discípulos no siguieron viéndolo.
En
cuanto a la afirmación de que Jesús atravesó sustancias materiales, eso no está
sustanciado en el Nuevo Testamento. Como expliqué anteriormente, el hecho de
que Jesús apareciera en un cuarto cuando las puertas estaban cerradas Jn 20:
19, 26), puede significar o no que él atravesó la puerta o la pared. Es
especialmente relevante aquí la primera liberación de los apóstoles de la
cárcel.
Ellos
no pasaron a través de las puertas, sino que «en la noche un ángel del Señor
abrió las puertas y los sacó» (Hch 5: 19); no obstante, a la mañana siguiente
los carceleros informaron: «Encontramos la cárcel cerrada, con todas las
medidas de seguridad, y a los guardias firmes a las puertas; pero cuando
abrimos, no encontramos a nadie adentro» (Hch 5: 23). El ángel había abierto
las puertas, los apóstoles habían salido por ellas, y luego el ángel volvió a cerrar
las puertas con llave.
Del mismo modo, cuando Pedro fue rescatado de
la cárcel, no se desmaterializó a fin de quitarse las cadenas que lo sujetaban,
sino que «las cadenas cayeron de las manos de Pedro» (Hch 12:7). Asimismo, es
sin duda posible que la puerta se abriera milagrosamente para Jesús o incluso
que él entrara al cuarto con los discípulos y quedara temporalmente oculto a
sus ojos.
En
relación con la naturaleza del cuerpo resucitado de Jesús, mucho más decisivo
que los textos acerca de las apariciones y desapariciones son los textos que
muestran que Jesús claramente tenía un cuerpo fisico con «carne y huesos» (Lc
24: 39), con el cual podía comer y beber, partir el pan, preparar el desayuno,
y ser tocado.
A
diferencia de los textos sobre las apariciones y desapariciones de Jesús, estos
no ofrecen la posibilidad de una explicación alternativa que niegue el cuerpo
fisico de Jesús, Harris mismo concuerda en que en estos textos Jesús tenía un
cuerpo con carne y huesos. Pero, ¿qué intentaban enseñar a los discípulos estas
apariciones físicas si el cuerpo resucitado de Jesús no era definitivamente un
cuerpo fisico?
NOTA: Comparar Lucas 24: 16, donde se dice que
Jesús se acercó a sus discípulos en el camino a Emaús, pero que «no le
reconocieron, pues sus ojos estaban velados». Si Dios pudo hacer que los ojos
de los discípulos estuvieran parcialmente ciegos de modo que pudieron ver a
Jesús, pero no reconocerlo, entonces no hay duda que unos pocos minutos más
tarde el podía hacer que sus ojos estuvieran más ciegos para que pudieran verle
para nada.
Las posibilidades son complejas y nuestro
conocimiento demasiado limitado para insistir en que estos textos requieren que
Jesús se hiciera no fisico.
14Harris dice que Jesús pasó por medio de una tumba
sellada, según Mt. 28:2, 6, pero esos versículo pueden también querer decir
fácilmente que la piedra fue retirada antes, y que entonces Jesús salió ( Lc.
24: 2). Asimismo, Juan 20:4-7 solo dice que las vendas y el sudario que habían
envuelto el cuerpo de Jesús estaban allí donde antes habían dejado su cuerpo,
pero eso no requiere que el cuerpo de Jesús pasara a través de las vendas y el
sudario.
Puede significar sencillamente que Jesús (o un
ángel) había retirado esas prendas y las había dejado cuidadosamente enrolladas.
Hechos 10:40 dice que Jesús se hizo manifiesto o visible a testigos escogidos
(es decir, ellos lo vieron), pero una vez más, no dice nada acerca de
materializarse o ser inmaterial. En todos estos versículos, Aarhus parece estar
sacando una gran conclusión de muy poca información.
Por último, aun si Jesús pasó a través de la puerta
o de la pared (como muchos cristianos han concluido), esto no requiere que
nosotros digamos que su cuerpo en forma acostumbrada era inmaterial, pero que
puede ser bien explicado como un milagro especial o como una propiedad de los
cuerpos resucitados que nosotros no comprendemos ahora, pero eso no requiere
que sean no físicos O inmateriales.
Si
Jesús se levantó de entre los muertos en el mismo cuerpo fisico con el que
había muerto, y si apareció repetidas veces a los discípulos en ese cuerpo
fisico, comiendo y bebiendo con ellos (Hch 10: 41) durante cuarenta días, y si
ascendió al cielo en ese mismo cuerpo fisico (Hch 1: 9), y si el ángel
inmediatamente dijo a los discípulos: «Este mismo Jesús, que ha sido llevado de
entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto
irse» (Hch 1:11), entonces Jesús les estaba enseñando con claridad que su
cuerpo resucitado era un cuerpo fisico.
Si la
«forma habitual» de su cuerpo resucitado no era fisica, en estas repetidas
apariciones físicas Jesús habría estado engañando a los discípulos (y a todos
los subsiguientes lectores del Nuevo Testamento) y llevándoles a pensar a ellos
(y a todos los subsiguientes lectores del Nuevo Testamento) que su cuerpo
resucitado permanecía fisico cuando no era así. Si era un cuerpo que
habitualmente no era físico y se iba a quedar de esa forma para siempre en la
ascensión, hubiera sido muy engañoso que Jesús dijera: «Miren mis manos y mis
pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos,
como ven que los tengo yo» (Lc 24: 39). Él no dijo: «carne y huesos, como ven
que tengo temporalmente» Hubiera sido un gran error enseñar a los discípulos
que tenía un cuerpo físico cuando en su forma habitual de existencia no lo
tenía.
Si
Jesús hubiera querido enseñarles que él podía materializarse y
desmaterializarse a voluntad (como Harris sugiere), podía haberlo hecho
fácilmente delante de sus ojos, de manera que ellos pudieran dejar constancia
clara de este suceso. O podía haber pasado fácilmente a través de una pared
mientras ellos observaban, en vez de aparecer de repente entre ellos.
En
resumen, si Jesús y los autores del Nuevo Testamento hubieran querido
enseñarnos que el cuerpo de resurrección no era fisico habitual y
esencialmente, podían haberlo hecho, pero en vez de eso nos dejaron muchas
claras indicaciones de que era fisico y material habitualmente, a pesar de que
era un cuerpo perfeccionado, libre para siempre de la debilidad, la enfermedad
y la muerte.
Por
último, hay una consideración doctrinal más amplia. La resurrección física De
Jesús, y su posesión eterna de un cuerpo de resurrección fisico, nos aporta una
clara afirmación de la bondad de la creación material que Dios hizo
originalmente:
«Dios
miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno» (Gn 1: 31).
Nosotros, como hombres y mujeres resucitados, viviremos para siempre en «un
cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia» (2ª P 3: 13).
Viviremos en una tierra renovada que «ha de ser liberada de la corrupción que
la esclaviza» (Ro 8: 21) y se transformará como en un nuevo huerto del Edén.
Habrá
una nueva Jerusalén y las personas «llevarán a ella todas las riquezas y el
honor de las naciones» (Ap 21: 26), y allí habrá un «río de agua de vida, claro
como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, y corría por el
centro de la calle principal de la ciudad.
A cada
lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una
por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones» (Ap 22: 1-2).
En este universo material y fisico, renovado, parece que tendremos que vivir
como seres humanos con cuerpos físicos apropiados para la vida de la creación
fisica renovada por Dios.
Específicamente,
el cuerpo fisico de resurrección de Jesús afirma la bondad de la creación
original del hombre por Dios no como un espíritu como los ángeles, sino como
una criatura con cuerpo fisico que era «muy bueno». No debemos caer en el error
de pensar que la existencia inmaterial es de alguna manera una forma de
existencia mejor para las criaturas."
Cuando
Dios nos creó como la cúspide de su creación, nos dio cuerpos físicos. Jesús se
levantó de entre los muertos en un cuerpo fisico perfeccionado, y ahora reina
en el cielo, y regresará para llevamos a nosotros con él para siempre.
3. EL PADRE Y EL HIJO PARTICIPARON EN LA RESURRECCIÓN.
Algunos
textos afirman específicamente que el Padre levantó a Cristo de entre los
muertos (Hch 2: 24; Ro 6:4; 1ª Co 6: 14; Gá 1:1; Ef 1: 20), pero otros textos
presentan a Jesús participando en su propia resurrección. Jesús dice: «Por eso
me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la
arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para
entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla.
Éste
es el mandamiento que recibí de mi Padre» Jn 10: 17-18); 2: 19-21). Quizá la
mejor conclusión es que tanto el Padre como el Hijo participaron En la
resurrección." En verdad, Jesús dice: «Yo soy la resurrección y la vida»
Jn 11:25; He 7: 16).
NOTA: El profesor Harris quiere también evitar este
error, porque dice: (No puede haber dualismo entre el espíritu y la materia.
Ningún escritor del Nuevo Testamento concibe la salvación del alma o espíritu
con el mundo material visible abandonado en el olvido). No obstante, estoy
preocupado que su posición puede llevar a otros a menospreciar el valor de la
creación material y la bondad de nuestros cuerpos físicos como creación de
Dios. las reflexiones sobre la participación del Padre y del Hijo en la
resurrección.
Debido a que las obras de Dios son generalmente las
obras de toda la Trinidad, es probablemente correcto decir que el Espíritu
Santo estuvo también involucrado en la resurrección de Jesús, pero ningún texto
de las Escrituras lo afirma de forma explícita (pero vea Ro. 8: 11).
4. EL SIGNIFICADO DOCTRINAL DE LA RESURRECCIÓN
A. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
ASEGURA NUESTRA REGENERACIÓN:
Pedro
dice que «por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la
resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva» (1ª P 1: 3).
Aquí se relaciona explícitamente la resurrección de Jesús con nuestra
regeneración o nuevo nacimiento.
Cuando
Jesús se levantó de entre los muertos tenía una nueva calidad de vida, una
«vida de resurrección» en un cuerpo y espíritu humanos que eran perfectamente
apropiados para obediencia y compañerismo con Dios para siempre. En su
resurrección, Jesús ganó para nosotros una vida nueva como la suya.
No
recibimos todo lo de esa nueva «vida de resurrección» cuando nos hacemos
cristianos, porque nuestros cuerpos permanecen como eran, sujetos todavía a la
debilidad, el envejecimiento y la muerte. Pero en nuestro espíritu somos
vivificados con el nuevo poder de la resurrección." De manera que es por
medio de su resurrección que Jesús ganó para nosotros la nueva clase de vida
que recibimos cuando «Nacemos de nuevo».
Esta
es la razón por la que Pablo puede decir que Dios «nos dio vida con Cristo, aun
cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y
en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó» (Ef 2: 5-6; Col 3:1).
Cuando
Dios resucitó a Cristo de entre los muertos, nos consideró en cierta forma resucitados
«con Cristo» y, por tanto, merecedores de los méritos de la resurrección de
Cristo. Pablo dice que su meta en la vida es «conocer a Cristo, experimentar el
poder que se manifestó en su resurrección»(Fil 3:10). Pablo sabía que aun en
esta vida la resurrección de Cristo le daba un poder nuevo para el ministerio
cristiano y la obediencia a Dios.
Pablo
relaciona la resurrección de Cristo con el poder espiritual que obra dentro de
nosotros cuando les dice a los creyentes efesios que está orando por ellos para
que lleguen a conocer «cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de
los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en
Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las
regiones celestiales» (Ef. 1:19-20).
Pablo
está diciendo aquí que el poder mediante el cual Dios levantó a Cristo de entre
los muertos es el mismo poder que está obrando dentro de nosotros. Pablo además
nos ve como resucitados en Cristo cuando dice:
«Por
tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de
que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos
una vida nueva. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al
pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús» (Ro 6: 4, 11).
Este
nuevo poder de la resurrección en nosotros incluye el poder de ser más que
vencedores sobre el pecado que a un permanece en nosotros. «Así el pecado no
tendrá dominio sobre ustedes» (Ro 6: 14; 1ª Co 15: 17), aunque nunca seremos
perfectos en esta vida. Este poder de la resurrección incluye también el poder
para ministrar en la obra del reino.
Fue
después de su resurrección que Jesús prometió a sus discípulos: «Cuando venga
el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en
Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch
1: 8).
Este
poder nuevo e intensificado para proclamar el evangelio, realizar milagros y
triunfar sobre la oposición del enemigo fue dado a los discípulos después de la
resurrección de Cristo y era parte del nuevo poder de resurrección que
caracterizaba su vida cristiana.
B. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
ASEGURA NUESTRA JUSTIFICACIÓN.
Solo
en un pasaje relaciona Pablo explícitamente la resurrección de Cristo con
nuestra justificación (o la declaración de que ya no somos culpables sino
justos delante de Dios).l9 Pablo dice que Jesús «fue entregado a la muerte por
nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación» (Ro 4:25).
Cuando
Cristo resucitó, esa fue la declaración de Dios de aprobación de la obra de
redención de Cristo. Porque Cristo «se humilló a sí mismo y se hizo obediente
hasta la muerte, Y muerte de cruz!« (Fil 2: 8) y «por eso Dios lo exaltó hasta
lo sumo» (Fil 2: 9). Al resucitar a Cristo, Dios el Padre estaba en efecto
diciendo que aprobaba la obra de Cristo de sufrimiento y de muerte por nuestros
pecados, de que su tarea estaba consumada, y que ya no había ninguna necesidad
de que Cristo permaneciera muerto.
Ya no
quedaba penalidad que pagar por el pecado, ya no había que cargar más con la
ira de Dios, ya no había más culpa ni deuda que pagar: todo había quedado
completamente pagado, y no quedaba ninguna culpa. Dios estaba diciendo mediante
la resurrección: «Apruebo lo que se ha hecho, y tú eres bien recibido en mi
presencia».
Esto
explica cómo Pablo puede decir que Cristo «resucitó para nuestra justificación»
(Ro 4:25). Si Dios «en unión con Cristo Jesús ... nos resucitó» (Ef. 2: 6),
entonces, en virtud de nuestra unión con Cristo, la declaración de aprobación
divina de Cristo es también su declaración de que nos aprueba a nosotros.
Cuando
el Padre en esencia dijo a Cristo: «Todo el castigo por los pecados ya está
pagado y ya no eres culpable sino justo a mis ojos», estaba haciendo una
declaración que aplicaría también a nosotros cuando confiáramos en Cristo para
salvación. De esta manera la resurrección de Cristo aporta una prueba final de
que él había ganado nuestra justificación.
C. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
ASEGURA QUE NOSOTROS TAMBIÉN RECIBIREMOS CUERPOS PERFECTOS DE RESURRECCIÓN:
El
Nuevo Testamento relaciona varias veces el cuerpo de resurrección de Jesús con
nuestra resurrección corporal final. «Con su poder Dios resucitó al Señor, y
nos resucitará también a nosotros» (1ª Co 6: 14). Asimismo, «aquel que resucitó
al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con él y nos llevará junto con
ustedes a su presencia» (2ª Co 4: 14). Pero la reflexión más amplia sobre las
relaciones entre la resurrección de Cristo y la nuestra la encontramos en 1ª
Corintios 15: 12-58.
Pablo nos dice allí que Cristo «ha sido
levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron» (1ª Co 15:
20). Al llamar a Cristo las «primicias» (gr. aparche), el apóstol usa una
metáfora de la agricultura para indicar que seremos como Cristo. Así como las
«primicias» o los primeros frutos de la cosecha madura muestran que el resto de
la misma será igual, Cristo como las «primicias» muestra cómo serán nuestros
cuerpos de resurrección cuando, en la última «cosecha» de Dios, nos levante de
entre los muertos y nos lleve a su presencia.
Después
de la resurrección de Jesús, él todavía tenía en sus manos y pies las señales
de los clavos y la herida de la lanza en el costado Gn 20: 27. Las personas
algunas veces se preguntan si eso indica que las cicatrices de heridas graves
que hemos recibido en esta vida permanecerán en nuestros cuerpos resucitados.
La
respuesta es que probablemente no tendremos ninguna cicatriz de las heridas o
golpes que hayamos recibido en esta vida, sino que nuestros cuerpos serán
perfectos, «incorruptibles» y resucitados «en gloria». Las cicatrices de la
crucifixión de Cristo son únicas porque son un recuerdo eterno de sus
sufrimientos y muerte por nosotros.
El
hecho que él retuviera esas cicatrices no significa necesariamente que nosotros
retendremos las nuestras. Por el contrario, todos seremos sanados, y seremos
perfectos y completos.
NOTA. Para un estudio más detallado de la
naturaleza de nuestros cuerpos resucitados.
En realidad, las evidencias de los muchos golpes y
latigazos que le dieron a Jesús y la consecuente desfiguración sufrida antes de
su crucifixión estaban todas probablemente sanadas, y solas las señales en sus
manos, pies, y costado permanecían como testimonio de su muerte por nosotros.
Jesús fue resucitado «en gloria» (1ª Co 15: 43), no es una desfiguración
horrible cuando apenas acababa de regresar a la vida.
5. EL SIGNIFICADO ÉTICO DE LA RESURRECCIÓN.
Pablo
ve también que la resurrección tiene aplicación a nuestra obediencia a Dios en
esta vida. Después de una larga reflexión sobre la resurrección, Pablo concluye
animando a sus lectores: (Por lo tanto mis queridos hermanos, manténganse
firmes e inconmovibles, progresando siempre En la obra del Señor, consientes de
que la obra en el Señor no es en vano) (1ª Co 15: 589.
Es
porque Cristo resucito de entre los muertos, y que nosotros también seremos
resucitados, que nos sentimos animados a continuar firmes en la obra del Señor.
Eso es debido a que todo lo que hacemos para llevar a las personas al reino de
Dios y edificarlas teniendo significado y valor eterno, porque todos seremos
resucitados en dia cuando Cristo regrese, y viviremos para siempre con Él.
Segundo,
Pablo nos anima a que cuando pensemos en la resurrección nos enfoquemos en la
futura recompensa celestial, nuestra meta. Él ve la resurrección como un tiempo
cuando todas nuestras luchas en la vida serán recompensadas.
Pero
si Cristo no ha resucitado y no hay resurrección, vuestra fe es (ilusoria y
todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que
murieron en Cristo. Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta
vida, seriamos los más desdichados de todos los mortales) (1ª Co 15: 17-19,
32). Pero debido a que Cristo ha resucitado, y nosotros hemos sido resucitados
con Él, podemos esperar una recompensa celestial y fijar nuestra mente en los
asuntos del cielo:
Ya Que Han Resucitado Con Cristo, Busquen Las Cosas De Arriba, Donde
Esta Cristo Sentado A La Derecha De Dios. Concentren Su Atención En Las Cosas
De Arriba, No En Las De La Tierra, Pues Ustedes Han Muerto Y Sus Vidas Están
Escondidas Con Cristo En Dios. Cuando Cristo, Que Se La Vida De Ustedes, Se
Manifieste, Entonces También Ustedes Serán Manifestados Con Él En Gloria. (1ª
Co 3. 1-4).
Una
tercera aplicación ética de la resurrección es la obligación de dejar de ceder
al pecado en nuestra vida. Cuando Pablo dice 8tambien ustedes considérense
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús) por virtud de la
resurrección de Cristo y del poder de la resurrección dentro de ustedes (Rom 6:
11), sigue inmediatamente para decir: (Por lo tanto, no permitan ustedes que el
pecado reine en su cuerpo mortal. No ofrezcan sus miembros de su cuerpo al
pecado) (Rom 6: 12-13).
Pablo
usa el hecho de que contamos con este nuevo poder de la resurrección para
contra restar el dominio del pecado en nuestra vida como una nueva razón para
exhortarnos a no pecar.
B. LA ASCENCIÓN AL CIELO
1. Cristo
ascendió a un lugar. Después de su resurrección, Jesús continuo en la tierra
durante cuarenta días (Hech 1. 3), y luego se encamino co sus discípulos a
Betania a las afueras de Jerusalén, y (allí alzo las manos y los bendijo.
Sucedió que mientras los bendecía, se alejo de ellos y fue llevado al cielo)
(Luc 24. 50-54) Lucas también nos deja constancia de esta experiencia en la
sección introductoria.
Mientras Él Se Alejaba. De Repente, Se Les Acercaron Dos Hombres
Vestidos De Blanco, Que Les Dijeron: «Galileos, ¿Qué Hacen Aquí Mirando Al
Cielo? Este Mismo Jesús, Que Ha Sido Llevado De Entre Ustedes Al Cielo, Vendrá
Otra Vez De La Misma Manera Que Lo Han Visto Irse». (Hch 1: 9-11)
Estas
narraciones describen un suceso que tienen la clara intención de mostrar a los
discípulos que Jesús fue a un lugar. Él no desapareció repentinamente de entre
ellos, y nunca más 10 volvieron a ver, sino que ascendió gradualmente mientras
ellos estaban mirando, y entonces una nube (al parecer la nube de la gloria de
Dios).
Lo
ocultó de su vista. Pero los ángeles inmediatamente dijeron que él volvería en
la misma manera en que había ido al cielo. El hecho de que Jesús tuviera un
cuerpo de resurrección que estaba sujeto a las limitaciones espaciales (podía
estar solo en un lugar a la vez) significa que Jesús fue a alguna parte cuando
ascendió al cielo.
Es
sorprendente que incluso algunos teólogos evangélicos titubean en afirmar que
el cielo es un lugar o que Jesús ascendió a un lugar definido en alguna parte
en el universo de espacio-tiempo. Hay que reconocer que no podemos ver ahora
dónde está Jesús, pero eso no es porque él pasara a algún «estado de ser»
etéreo que no tiene localización para nada en el universo de espacio-tiempo,
sino más bien debido a que nuestros ojos no son capaces de ver el mundo
espiritual invisible que existe a todo nuestro alrededor.
Hay
ángeles a nuestro alrededor, pero nosotros no podemos verlos debido a que
nuestros ojos no tienen esa capacidad. Eliseo estaba rodeado de un ejército de
ángeles y carros de fuego para su protección de los sirios en Dotán, pero el
siervo de Eliseo no pudo ver los ángeles hasta que Dios le abrió los ojos a fin
de que pudiera ver las cosas que existían en aquella dimensión espiritual(2ª R
6: 17).
Asimismo,
cuando Esteban estaba muriendo, Dios le dio la habilidad especial de ver el
mundo que está ahora oculto de nuestros ojos, y a Jesús que estaba a la diestra
de Dios; y él «fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de
pie a la derecha de Dios. ¡Veo el cielo abierto exclamó-, y al Hijo del hombre de
pie a la derecha de Dios!» (Hch 7: 55-56). Y el mismo Cristo dijo: «En el hogar
de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a
ustedes. Vaya prepararles un lugar.
Y si
me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán
donde yo esté» Jn 14: 2-3).Por supuesto, no podemos decir ahora con exactitud
dónde está el cielo. Las Escrituras a veces hablan de personas que ascienden al
cielo (como Jesús lo hizo, y Elías), o que descienden del cielo (como los ángeles
en el sueño de Jacob, Gen 28: 12), de manera que tenemos justificación para
pensar que cielo es un lugar en alguna parte «arriba» de la tierra.
Sabemos
que la tierra es redonda y gira sobre sí misma, de modo que no sabemos con
precisión dónde está el cielo, las Escrituras no nos lo dicen. Pero como se
hace hincapié repetidas veces en el hecho de que Jesús fue a alguna parte (como
lo hizo Elías, 2ª R 2: 11, y en que la nueva Jerusalén descenderá del cielo de
Dios (Ap 21: 2), todo parece indicar que hay una localización clara del cielo
en el universo de espacio-tiempo.
Los
que no creen en las Escrituras pueden burlarse de esa idea y se preguntan cómo
puede ser eso, como le sucedió al primer cosmonauta ruso cuando regresó de su
viaje por el espacio y declaró que no había visto a Dios ni el cielo en ninguna
parte, pero eso simplemente hablaba de la ceguedad de sus ojos hacia el mundo
espiritual invisible; no indica que el cielo no exista en un cierto lugar.
De
hecho, la ascensión de Jesús al cielo tiene el propósito de enseñamos que el
cielo existe en alguna parte en el universo de espacio-tiempo. (Vea el capítulo
57 para un estudio más completo de la naturaleza del cielo.)
2. CRISTO RECIBIÓ COMO DIOS-HOMBRE UNA GLORIA Y HONRA QUE NO HABÍA TENIDO
ANTES.
Cuando
Jesús ascendió al cielo recibió gloria, honor y autoridad que nunca había
tenido antes como alguien que era tanto Dios como hombre. Antes de morir, Jesús
oró diciendo: «y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que
tuve contigo antes de que el mundo existiera» Gn 17: 5).
En su
sermón de Pentecostés, Pedro dijo que Jesús fue «exaltado por el poder de Dios»
(Hch 2: 33), y Pablo declaró que «Dios lo exaltó hasta lo sumo» (Fil 2: 9), y
que fue «recibido en la gloria» (1ª Ti 3: 16; He 1: 4). Cristo está ahora en el
cielo y los coros angelicales le alaban: «Cantaban con todas sus fuerzas:
"¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la
riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!"»
(Ap 5: 12).23
3. CRISTO ESTÁ SENTADO A LA MANO DERECHA DE DIOS.
Un
aspecto específico de la ascensión de Cristo al cielo y de recibir honra fue el
hecho que se sentó a la mano derecha de Dios. Esto es lo que a veces se llamaba
en el inglés antiguo su sesión a la diestra de Dios.
El
Antiguo Testamento predijo que el Mesías se sentaría a la mano derecha de Dios:
«Así dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga a
tus enemigos por estrado de tus pies"» (Sal 110: 1). Cuando Cristo marchó
de regreso al cielo recibió el cumplimiento de la promesa: «Después de llevar a
cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en
las alturas» (He 1: 3).
Este
recibimiento en la presencia de Dios y el sentarse a la diestra de Dios es una dramática
indicación de que Cristo había completado la obra de la redención. Así como un
ser humano se sienta a la terminación de una gran tarea para disfrutar de la
satisfacción de haberla llevado a cabo, Jesús se sentó a la mano derecha de
Dios, demostrando visiblemente que había consumado su obra de redención.
Además
de mostrar la consumación de la obra de redención de Cristo, el acto de
sentarse a la diestra de Dios es una indicación de que recibió autoridad sobre
todo el universo. Pablo dice que Dios «lo resucitó de entre los muertos y lo
sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno
y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no
sólo en este mundo sino también en el venidero» (Ef 1 :20-21).
Del
mismo modo, Pedro dice que Jesús «subió al cielo y tomó su lugar a la derecha
de Dios [y que] los ángeles, las autoridades y los poderes [le están
sometidos]» (1ª P 3: 22). Pablo también alude al Salmo 110:1 cuando dice:
«Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo
de sus pies» (1ª Co 15: 25).
Un
aspecto adicional de la autoridad que Cristo recibió del Padre cuando se sentó
a su mano derecha fue la autoridad de derramar el Espíritu Santo sobre la
iglesia. Pedro dice en el día de Pentecostés: «Exaltado por el poder de Dios, y
habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que
ustedes ahora ven y oyen» (Hch 2: 33).
El
hecho de que Jesús está ahora sentado a la mano derecha de Dios en el cielo no
quiere decir que está perpetuamente fijo en esa posición y que está inactivo.
También
le vemos «de pie a la derecha de Dios» (Hch 7: 56) y caminando entre los siete
candelabros de oro en el cielo (Ap 2: 1). Del mismo modo que un rey humano se
sienta en el trono real en su ascensión al trono, pero luego participa en otras
muchas actividades a lo largo del día, también el que Cristo esté sentado a la
diestra de Dios es una evidencia clara de la consumación de su obra redentora,
pero también sin duda alguna participa en otras actividades en el cielo.
NOTA: Este versículo muestra que la gloria que
Jesús recibió le había pertenecido antes como el eterno Hijo de Dios, pero que
no le había pertenecido antes de su forma encamada como Dios-hombre.
Algunos teólogo luteranos han dicho también que
cuando Jesús ascendió al cielo, su naturaleza humana se hizo ubicua (presente
en todas partes). Vea las consideraciones al respecto en este estudio.
La palabra session significaba en el inglés antiguo
«el acto de sentarse", pero ya no tiene ese sentido en el inglés común de
hoy.
4. LA ASCENSIÓN DE CRISTO TIENE IMPORTANCIA DOCTRINAL PARA NUESTRA VIDA.
Así
como la resurrección tiene profundas implicaciones para nuestra vida, la
ascensión de Cristo también tiene importantes implicaciones para nosotros.
Primera, puesto que estamos unidos con Cristo en cada
aspecto de su obra redentora, la ida de Cristo al cielo anuncia nuestra futura
ascensión al cielo con él. «Luego los que estemos vivos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontramos con
el Señor en el aire.
Y así
estaremos con el Señor para siempre» (1 Ts 4: 17). El autor de Hebreos quiere
que corramos la carrera de la vida con el conocimiento de que vamos siguiendo
las pisadas de Jesús y al final llegaremos a las bendiciones de la vida en el
cielo que él está ahora disfrutando: «Por tanto, también nosotros, que estamos
rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que
nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia
la carrera que tenemos por delante.
Fijemos
la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el
gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella
significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios» (He 12: 1-2).
Y Jesús mismo dice que un día nos llevará a donde él está Gn 14: 3).
Segundo, la ascensión de Jesús nos da seguridad de que
nuestro hogar definitivo estará en el cielo con él. «En el hogar de mi Padre
hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Vaya
prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos
conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté» Gn 14: 2-3).
Jesús
era un hombre como nosotros en todo sentido, pero sin pecado, y él ha ido por
delante de nosotros para que al final podamos seguirle allí y vivir con él para
siempre. El hecho de que Jesús ya ha ascendido al cielo y ha alcanzado la meta
que tenía propuesta nos da a nosotros una gran seguridad de que al final
nosotros' también iremos allí.
Tercera, debido a nuestra unión con Cristo en su ascensión,
nosotros somos también capaces de compartir ahora (en parte) la autoridad de
Cristo sobre el universo, y más tarde lo compartiremos de forma más completa.
Esto es lo que Pablo indica cuando dice: «Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos
resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales» (Ef. 2:6).
No
estamos, por supuesto, físicamente presentes en el cielo, porque todavía
permanecemos en la tierra en el presente.
Pero
si la presencia de Cristo a la diestra de Dios se refiere a haber recibido
autoridad, entonces el hecho de que Dios nos haya hecho sentamos con Cristo
significa que participamos en alguna medida en la autoridad que Cristo tiene,
autoridad para luchar «contra potestades que dominan este mundo de tinieblas,
contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales» (Ef. 6: 12;
vv. 10-18) y luchar con armas que «tienen el poder divino para derribar
fortalezas» (2ª Co 10:4).
Esta
participación en la autoridad de Cristo sobre el universo será nuestra más
plenamente en la era venidera: «¿No saben que aun a los ángeles los
juzgaremos?» (1ª Co 6: 3). Además, participaremos en la autoridad de Cristo
sobre la creación de Dios (He 2: 5-8):6Jesús promete: «Al que salga vencedor y
cumpla mi voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones -así como
yo la he recibido de mi Padre y él las gobernará con puño de hierro; las hará
pedazos como a vasijas de barro» (Ap 2:26-27).
También
promete: «Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi
trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono» (Ap 3:21).
Estas son promesas asombrosas de nuestra futura participación en sentamos con
Cristo a la mano derecha de Dios, promesas que no entenderemos completamente
hasta el siglo venidero.
C. ESTADOS DE CRISTO JESÚS
Al
hablar de la vida, muerte y resurrección de Cristo, los teólogos han hablado a
veces acerca de los «estados de Cristo Jesús». Mediante esta expresión se
refieren a las diferentes relaciones que Jesús tuvo con la ley de Dios para la
humanidad, a la posesión de autoridad y a recibir honra y gloria para sí.
Generalmente
se distinguen dos estados: La humillación y la exaltación. De forma que la
doctrina del «estado doble de Cristo» es la enseñanza de que Cristo experimentó
primero un estado de humillación y después un estado de exaltación.
Dentro
de la humillación de Cristo están incluidos su encamación, sufrimiento, muerte
y sepultura. A veces se incluye un quinto aspecto, el descenso al infierno,
pero como explicamos anteriormente, la posición que hemos tomado en este libro
es que las Escrituras no apoyan ese concepto.
En la
exaltación de Cristo, hay también cuatro aspectos: Su resurrección, ascensión
al cielo, el sentarse a la diestra de Dios y su regreso en gloria y poder.
Muchas obras de teología sistemática usan el estado de humillación y el estado
de exaltación como categorías amplias para organizar su estudio de la obra de
Cristo Jesús.
NOTA: Vea el estudio de He. 2:5-8.
Aunque este es un método útil de organización, no
lo he usado en este libro. Sin embargo, todos los tópicos incluidos en el
estudio de estos dos estados han sido cubiertos en este y otros capítulos de
este libro Para un estudio más detallado, vea W. Grudem, «Estados de Cristo
Jesús», EDT, 28 : RESURRECCIÓN Y ASCENSIÓN
PREGUNTAS DE APLICACIÓN PERSONAL
1. Al leer este capítulo, ¿qué aspectos de la enseñanza de la Biblia
acerca de un cuerpo de resurrección fueron nuevos para usted? ¿Puede usted
pensar en algunas características del cuerpo de resurrección que usted también
espera y desea? ¿Cómo le hace sentirse el pensamiento de tener un cuerpo así?
2. ¿Qué cosas le gustaría hacer ahora pero se encuentra incapacitado para
hacerlas por causa de debilidades o limitaciones en su propio cuerpo fisico?
¿Piensa usted que estas actividades serían apropiadas para su vida en el cielo?
¿Podrá entonces hacerlas allá?
3. Cuando usted nació de nuevo, recibió nueva vida espiritual. Si piensa
que esta nueva vida espiritual es parte del poder de la resurrección de Cristo
que obra dentro de usted, ¿cómo le da esto ánimo para vivir la vida cristiana y
ministrar a las personas en sus necesidades?
4. La Biblia dice que estamos sentados con Cristo en los lugares
celestiales (Ef. 2: 6). Al meditar en este hecho, ¿cómo afectará su vida de
oración y su participación en la guerra espiritual en contra de fuerzas
demoníacas?
5. Cuando piensa que Cristo ahora está en el cielo, ¿le ayuda esto a
enfocar más su atención en las cosas que tienen significado eterno? ¿Aumenta
esto su seguridad de que un día usted estará con él en el cielo? ¿Cómo se
siente acerca de la posibilidad de reinar con Cristo sobre las naciones y sobre
los ángeles?
TÉRMINOS ESPECIALES
Ascensión,
cuerpo espiritual, estados de Cristo Jesús, exaltación de Cristo, humillación
de Cristo, incorruptible, resucitado en gloria, resucitado en poder,
resurrección, sentado a la diestra de Dios
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
1ª Corintios 15: 20-23: Lo Cierto Es Que Cristo Ha Sido Levantado De
Entre Los Muertos, Como Primicias De Los Que Murieron. De Hecho, Ya Que La
Muerte Vino Por Medio De Un Hombre, También Por Medio De Un Hombre Viene La
Resurrección De Los Muertos. Pues Así Como En Adán Todos Mueren, También En
Cristo Todos Volverán A Vivir, Pero Cada Uno En Su Debido Orden: Cristo, Las
Primicias; Después, Cuando Él Venga, Los Que Le Pertenecen.